8.8.07

HÉCTOR CASTILLA

(FOTO: MATHIAS GÓMEZ)

Héctor Castilla. Cartagena, 1971.

Realiza estudios de Filología Inglesa. Fue co-director, junto a Antonio Llorente Abellán, de la revista de poesía La Galera (1998 - 2000). Edita la revista de poesía Hache (2004 - ). Ha conseguido varios premios de poesía joven a nivel local, regional (Cartagena, Cieza, Murcia, Molina de Segura...) y nacional (Canals, Vitoria-Gasteiz...). Fue seleccionado para su publicación en el libro homónimo del certamen Murciajoven´99, donde se incluyó su poemario `La máscara del caimán´ Obtuvo el primer premio en la XII Edición Nacional del Premio de Poesía organizado por la Fundación Emma Egea –curiosamente, después de que obtuviera dicho galardón dejó de convocarse el premio...la vida es así– con el que, entre otras cosas, vio publicado su primer libro `Carta desde el invierno´ (del que ya se ha hecho una versión en francés para su posible publicación en Francia). Quedó finalista en 2005 en la V Edición del Premio de Poesía Dionisia García, convocado por la Universidad de Murcia. En junio de 2006 vio publicado en la Editora Regional de Murcia su libro `Una canción en la memoria´. De las antologías en las que ha participado se siente muy satisfecho de haber participado en los homenajes a José Agustín Goytisolo (`Goytisolo, veintisiete voces para un único poema, veintisiete miradas para un mismo rostro´ Nausícaä; Murcia, 1999), a José Hierro (`Trazado con Hierro´ Vitruvio; Madrid, 2003) y a Joan Manuel Serrat (`Tributo a Serrat´ Rama Lama Music; Madrid, 2007). Con una colección inédita de poemas que llevan por título `Wandossellianas´ llevó a cabo un espectáculo poético-musical acompañado por el músico Juan Antonio Sánchez Salas (Proyecto JASS), así como un par de exposiciones de dichos poemas ilustrados por Mercedes Díaz-Villarías con diseño de Cristina Morano. Durante el año lectivo 2006 – 2007 organizó junto a José Antonio Martínez Muñoz el ciclo sonuHunas (viceversa), por el que pasaron Carlos Vitale, Cristina Morano, Concha García, Rosa Lentini, León Molina, Ramon Dachs, Javier Moreno, Ferran Fernández y Félix Grande, Francisca Aguirre y Guadalupe Grande.
Ahí sigue.



____________________________________________________________________

FAMOSOS EN ACCIÓN: Amigo Castilla, para empezar y, como de costumbre, por pura curiosidad contenida, ¿qué es más importante en su poesía de melómano reconocido (y autor de Una canción en la memoria, por ejemplo), la música o la letra, la prosodia o el discurso?

HÉCTOR CASTILLA: Amigo Espejo, para empezar le diré que yo estoy comenzando a descubrir mis propias tendencias literarias, o querencias si usted así lo prefiere. Cuando a Francisco Brines le piden que hable de su poesía, contesta en la Introducción de su “Selección propia” que hablar de la propia poesía es lo mismo que proponerle a un cirujano, que como buen profesional y sin cuerpo que tanto estime, y aun ame, como el suyo propio, es dueño de las dos condiciones que pueden hacer de una operación un hecho admirable: así que él debería operarse a sí mismo.

No soy un cirujano operándome a mi mismo. No soy quién para diseccionarme; ni quiero serlo. Es más, seguro que habrá opiniones para todos los gustos.

Lo cierto es que me gusta mucho la letra, el discurso, yo necesito leer/escribir cosas que me emocionen (y cada vez más a flor de piel). A estas alturas, estoy un poco harto de orgasmos mentales; me aburre cada vez más ver que lo primero que hacen algunos lectores es medir uno por uno los versos del libro que tienen entre las manos para ver si los versos están bien medidos obviando si son capaces de llegar donde se supone que debe llegar la poesía.

No debo olvidar la querencia que uno tiene hacia cierto tipo de músicas, hacia ciertas prosodias (que uno está investigando en este momento), pero sólo consideradas como cierta apoyatura, no basando la canción expresamente en la música. Los virtuosos son solamente eso y yo busco algo más, no sé si me medio explico...

F.E.A.: Para seguir y por tirarle un poco de la lengua, ¿se están cometiendo excesos en la tendencia al reciclaje poético, estamos empleando materiales afectados de aluminosis, tal vez? ¿Cuáles?

H.C.: Cómo le gusta a usted meterme en líos, señor Espejo. No sé si estará esperando que le conteste a algo explícito que usted tenga en mente...[por cierto, vamos a dejarnos las formalidades ¿vale?]

No creo que haya reciclaje, como lo llamas. Creo que se puede seguir hablando casi de cualquier cosa. Me da igual que tu planteamiento sea de la experiencia, del silencio o surrealista si hace falta. Lo que sí creo es que a base de creer que la poesía sigue basada en musas, los poetas intentan llegar a un estado que a mí me parece ficticio, un estado de elevación que a mí no me interesa nada. Es decir, creo que se pueden utilizar los temas que a uno le dé la gana pero deben adaptarse a los tiempos que estamos viviendo; uno puede seguir hablando de las noches en los bares, pero hay que recodar que los bares ya no son lo que eran hace veinte o treinta años... no sé si necesitas que sea más claro.

F.E.A.: Pocos libros me he echado al gañote tan homogéneos y unitarios como Carta desde el invierno. Tras Una canción en la memoria, con una estructura mucho más abierta, ¿por cuál va a apostar en el futuro?

H.C.: En ese maltratado a más no poder Murciajoven de literatura, y digo maltratado porque estoy convencido de que los políticos de esta región –así como quienes tienen la posibilidad de publicar libros de autores regionales, y fundamentalmente jóvenes– o no tienen ni puta idea de lo que hacen, o tienen cada vez menos miras; aunque realmente lo que creo es quieren convertirse en los mercaderes de una literatura hecha en una provincia de mierda –salvo honrosas excepciones– como ésta. Comienzo hablando del Murciajoven por dos razones: la primera es porque allí me publicaron mi primer poemario (“La máscara del caimán”) y la segunda porque es una demostración del lugar en que vivimos, ya que no hay otra categoría en dicho certamen que se quede, como dicen ellos, en barbecho, ya que creen que no pueden salir dos o tres buenos libros de poesía joven al año –quizás piensen que los jóvenes que se dedican a escribir aquí son gilipollas–.

Todo esto viene a que, como te decía antes, estoy empezando a descubrir mis querencias literarias y me he dado cuenta de que ya en aquel primer poemario mi tendencia era la de plantear un libro aparentemente cerrado. Así que supongo que haré algo que esté entre los dos libros que ya están publicados porque, por si no lo sabes, llevaba algo así como seis o siete años sin escribir (qué casualidad, justo desde que llegué a Murcia) y acabo de empezar –por fin!!– con un proyecto que lleva el título provisional de “Cantando en voz baja” (y sí, otra vez mi melomanía; si a Benjamín Prado le gustan los libros en los que hay otros libros dentro a mí me gustan los libros donde se pueden encontrar canciones).

F.E.A.: ¿Y qué distancia hay entre la poesía de un libro de poemas y la de una de esas canciones que menciona?

H.C.: No creo que se deba hablar de distancia, para mí son caminos que de vez en cuando se tocan. Así como hay poetas cuya música considero nula, hay músicos que dicen cosas que me interesan y con una intensidad de lenguaje que se acerca mucho más a mi idea de poesía. En fin, que mientras algunos poetas parecen escritores de prosa hay músicos cuya poética me es mucho más cercana –vital y literariamente–.

F.E.A.: Señor Castilla, ¿un poeta es sólo un egonauta?

H.C.: Fundamentalmente sí. Creo que el poeta, es decir, el ser humano que de vez en cuando decide perder su tiempo y horas de sueño y la posibilidad de conocer hermosas mujeres en algunos bares o el estar con su compañera practicando los mayores y mejores vicios posibles, sólo puede hablar de lo que conoce y no hay nada que uno conozca mejor –aunque en general sólo sea en la superficie– que su vida. Claro que puede hablar de las vidas de los demás, o de los últimos descubrimientos científicos, o de acontecimientos políticos, pero sólo lo hará desde su prisma personal.

Eso sí, lo de ponerse en la piel del otro es otra de las bonitas milongas que nos han contado, quién que no haya pasado por ahí puede entender lo que es estar enganchado a la cocaína, o estar tan enfadado porque tu mujer te ha abandonado que decides matarla o que te ves tan gordo que decides matarte no comiendo; venga ya, lo que hacemos es plantearnos qué haríamos nosotros en esa posición, o cómo nos imaginamos nosotros que el otro reacciona con las variables que manejamos. Uno puede acercarse más o menos, pero lo de ponerse en el lugar del otro absolutamente es algo que no termino de creerme, ni en la vida ni en poesía.

F.E.A.: ¿Tiene futuro la poesía con contenido social o mejor que los progres se busquen otro medio?

H.C.: Pues te diré que creo que tiene un futuro, no para sacarlo a uno de la ruina pero al menos sí para reírse un poco de este tiempo que nos ha tocado vivir. El futuro que le veo es la poesía de humor, más o menos ácido, o más o menos blanco si lo prefieres.

F.E.A.: En calidad de animador cultural como pocos en esta ciudad que dicen muerta, ¿qué valor le concede usted a la existencia de un grupo de escritores amigos como ése del que formamos parte usted y yo?

H.C.: Antes de nada, gracias por el cumplido, que sé que es auténtico. Después te diré de la ciudad que no es que digan que está muerta, es que realmente lo está. Y después te diré que cada vez le doy menos importancia a eso de los grupos de escritores amigos.

Me remontaría algunos años atrás para confirmarte ahora mismo lo que me dijo Antonio Llorente Abellán, que los amigos son personas con gustos afines que coinciden durante un período de tiempo. Te digo esto porque llevo ya una temporada comprobando que lo de los grupos de amigos es otra maravillosa teoría que nos han vendido para hacernos esta vida más llevadera. Tengo como ejemplo palpable el ciclo que hemos organizado José Antonio Martínez Muñoz y yo en una cafetería del centro de esta ciudad; de los recitales que hemos organizado hasta ahora (Carlos Vitale, Cristina Morano, Concha García y Rosa Lentini, León Molina, Ramon Dachs y Javier Moreno) hay amigos que sólo han venido a uno de los recitales, hay quienes no han aparecido por ninguno, y estamos esperando siquiera una llamada de teléfono para que nos cuenten la historia de que alguien se les ha muerto (aunque sepamos que es mentira) y que no han podido venir. Estoy hasta los cojones de que la gente se queje de que la ciudad está muerta, de que no hagan nada y de que cuando se haga algo no aparezcan. No sé si ha quedado claro.

F.E.A.: Ha quedado muy claro, señor Castilla, pero casi se me ocurre, ante el tono que me está adoptando, hacerle la pregunta contraria, algo así como qué valor le concede usted a la existencia de escritores enemigos, es decir, todas esas propuestas literarias que por un motivo u otro nos repelen y nos empujan en dirección opuesta. Si es que los tiene, claro está.

H.C.: Por supuesto. Y no sólo hablaría de las propuestas literarias, sino de las propuestas vitales: esos escritores que, escribiendo aún como en el siglo XIX, se reparten eso que llaman mercado literario creyéndose el no va más de la poesía. A cuenta de lo que me preguntas tomaría dos voces prestadas, una la de Evaristo, que cantaba: “Puede que nunca tenga un colega/ que necesite de mí,/ pero me bastan mis enemigos/ por ellos puedo vivir.” y otra, la de César Strawberry que, parafraseándolo, diría: “La literatura es un ghetto de escritores mafiosos” (el se refería a la ópera, pero creo que no estamos muy lejos de eso).

El caso es que, como se ha hecho a través de los siglos, ese tipo de escritores son maravillosos para utilizarlos como material poético para sacar a la luz la barbarie que se está cometiendo con las publicaciones, los premios, la distribución de los libros...

F.E.A.: ¿Hasta qué punto es posible aprender la poesía de las lecciones de otros?

H.C.: Hombre, pues creo que hasta cierto punto es fundamental. Si los otros son amigos tuyos que han leído más, o distinto, te abren caminos más rápidamente de lo que lo harías tú solo; es cierto que al final, la pelea para hacer personal ese camino o ese hallazgo es propia. Y si los otros son escritores a los que uno no puede llegar más que por su obra, pues igual.

F.E.A.: ¿Hacia dónde va la poesía en castellano y hacia dónde la suya?

H.C.: Pues creo que la poesía en castellano va hacia mil sitios al mismo tiempo. Es cierto que la máquina de hacer endecasílabos blancos va a seguir aplastando a mucha gente, algunos porque no querrán copiar una música que no sienten como propia y tirarán la toalla, y los demás porque repetirán un sonido que ya está hecho por otros muchísimo mejor que ellos.

Y la mía no puedo decírtelo. Ahora mismo estoy en un proyecto en el que me apetece disparar contra casi todo lo que se mueva; cada vez me parece de más justicia darle las gracias a quien se lo merece y mandar al diablo a quien se lo haya ganado a pulso, por supuesto con una banda sonora que incluya a Carlos Chaouen, a La Cabra Mecánica, a Negu Gorriak, a Javier Ruibal, a Antonio de Pinto, a Los Planetas, a Def Con Dos, a Joaquín Calderón, a DesaKordeS, a Rafa Pons, a The Clash, a Miqui Puig, a The Sex Pistols, a Iván Ferreiro...¿sigo?


___________________________________________________________________


Con los vaqueros y una camiseta

negra de homenaje al IRA, me tumbo

en el sofá con la televisión

encendida. Relleno

un pequeño vaso con las botellas de vino

que he comprado y tarareo

que no hay mucho que hacer y que, por mí, ya pueden

caer las torres de Manhattan.

Paso así muchas horas,

mientras pienso de esta ciudad,

como afirmó William

Dampier de Australia, que es

de todos los lugares

que he tenido

la fortuna de conocer,

el más desolado, el más inhóspito.


(Inédito)

(Correo)

23.3.07

DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR

Diego Sánchez Aguilar, el poeta con pies más grandes de España, se licenció en Filología Hispánica en la Universidad de Murcia y ejerce de profesor de enseñanza secundaria en La Manga del Mar Menor, mientras ultima su tesis sobre la poesía de Roberto Juarroz. Coperpetró (con Antonio Aguilar y José Óscar López) el irrepetible fanzine literario Casa Subterránea durante los años 90, y ha escuchado muchos más discos y ha visto muchas más películas que usted. La probabilidad de error de esta última frase es de 0,1%.

Ha publicado los poemarios Desde el vientre de la ballena (Cuadernos portátiles, 2000) y Lindero de tinieblas (Comunidad Autónoma de Murcia, 2002), y los relatos Teoría y práctica del azar y Una polaroid para cualquiera en volúmenes antológicos. Asimismo ha colaborado con las revistas Postdata, El coloquio de los perros y Hache.

_____________________________________________________________________

FAMOSOS EN ACCIÓN: Amigo Sánchez Aguilar, desde que lo conozco ha hablado usted de unos mismos referentes, Paul Celan y Roberto Juarroz, de los que bebe su poesía, y ésta parece haber ido evolucionando a partir de ahí, a su propio ritmo y aparentemente sin dejarse contaminar por los cambios de agujas de la poesía española contemporánea ( que por otra parte usted sigue con interés). ¿Corrobora usted todo esto, lo desmiente, lo matiza o se levanta y se va?

DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR: Bueno, no me voy a marchar tan pronto. Pero sí que debo matizar. Por lo que leo en su pregunta, parece que la imagen que usted tiene de mí es la de alguien que sólo lee a esos dos poetas, cuyos libros tuvo la precaución de llevarse a una isla desierta. Pero usted sabe bien que, realmente, hace poco más de cinco o seis años que se me puede asociar con Juarroz y Celan y que, si bien esos dos nombres pueden ser más “exclusivamente” míos, tanto o más que ellos hay otros nombres que me han influido radicalmente: Pessoa, a quien considero el mejor poeta del XX, de forma muy especial; Vallejo, durante unos años una especie de dios de algo que se aproximaba a la Verdad. Y los novísimos, claro, de los que hemos hablado muchas veces usted y yo: Leopoldo María Panero, muy cercano en su concepción de la poesía a lo que puede verse en al menos dos libros míos; Antonio Martínez Carrión, la libertad y la precisión del sentimiento; y sobre todo, como un modelo siempre inalcanzable en mis primeros libros, y como un modelo que ya no intento alcanzar en los posteriores, Pere Gimferrer, la Belleza. Es decir, que estoy completamente contaminado, si bien no son contemporáneos estrictos. Evidentemente, yo llevo mi ritmo, como todos los entrevistados en esta página y los que no lo están, cada uno va haciendo sus lecturas y los “cambios de aguja” pillan a nuestro tren a veces al mismo tiempo que a otros, y en otras ocasiones el cambio de vía supone un alejamiento y no una cercanía. No creo que tenga sentido, en una actividad tan fastuosamente remunerada como la poesía, intentar subirse a determinadas modas forzando el paso. ¿Para qué?

F.E.A.: Por abundar un poco en ese tema, parece ser que cierta poesía ultimísima en castellano está recuperando poéticas más radicales, emparentadas con las de sus maestros y también con las de Valente o John Ashbery, por poner dos ejemplos sin mucho en común. ¿Cree que gente como Agustín Fernández Mallo o Diego Doncel han confluido de alguna manera en la misma vena que frecuenta usted?

D.S.A.: Es de agradecer. Creo que Valente ya se iba mereciendo ese reconocimiento. Es uno de mis poetas españoles preferidos. Siguiendo con la metáfora ferroviaria que usted proponía, mi tren siguió por su vía cuando la más rápida era la de la poesía de la experiencia y la línea clara. Pero ésta era tan rápida que en seguida llegaba a su destino, y la ciudad no era tan bonita como parecía antes de empezar el viaje. Realmente, la de Valente es una palabra que siento muy cercana, a veces demasiado. Y me parece muy interesante cómo esos dos poetas que menciona (Fernández Mallo y Doncel) han absorbido a Valente para hacer algo absolutamente personal y que no suene a repetición paródica del maestro. Me siento muy próximo también a estos dos contemporáneos, de forma no directa. Por ejemplo, a Doncel lo leí por primera vez hace unos meses y hay ciertas imágenes casi idénticas a algunas mías que, si alguna vez se publicaran, sonarían casi a plagio. A Fernández Mallo lo admiro: su Joan Fontaine es ambicioso, excesivo y maravilloso y compila las mismas influencias que hay en mis poemas pero, paradójicamente, no se parece nada a lo que escribo. Por eso me gusta tanto.

F.E.A.: Como profesor de lengua y literatura, como aspirante a doctor que dedica un número bárbaro de horas al día a preparar su tesis, ¿piensa usted que la docencia y la investigación con un buen punto de partida para escribir poemas?

D.S.A.: La docencia ofrece poco para la poesía. Es un trabajo muy absorbente y exige una concentración absoluta. Creo que sería más fecundo si fuera un pessoano oficinista, con un trabajo sedentario y aburrido que dejara gran parte de mi cerebro en libertad mientras se rellena rutinarios formularios. Por el contrario, la investigación es un gran abono para la poesía. Piense que “trabajar” en una tesis sobre un poeta como Juarroz supone leer mucha poesía, mucha filosofía, y plantearse continuamente qué es el poema, qué es la belleza, qué es la palabra. Generalmente, cuanto más “trabajo” en ello, más poesía escribo. Tanto el ensayo como la poesía se escriben desde un mismo espacio común y previo a la palabra en el que todo se cuestiona y se vuelve a construir examinando, purgando o enriqueciendo las palabras.

F.E.A.: Entiendo que no ve usted una frontera claramente trazada entre ensayo y poesía. Cuéntenos cómo diferencia ambas cosas que esto me está empezando ya a oler a deconstrucción.

D.S.A.: La frontera existe, está claro. El ensayo permite un desarrollo de los conceptos que utiliza las herramientas de la lógica y las estrategias discursivas ya trazadas por el lenguaje e incluso por el género. Presupone un lector de ensayo, tengo en cuenta a un lector de ensayo literario. La poesía es la libertad absoluta en un sentido negativo. No tengo en cuenta al lector. No hay herramientas ni estrategias discursivas. En la poesía parto de nada, hay una masa amorfa de idea-sentimiento-palabra que es lo más estimulante y mágico de la poesía: ese momento previo a la palabra. En la poesía intento que la palabra se aleje lo menos posible de ese magma inicial, de esa materia lingüística amorfa que es la que te hace darte cuenta de que todo, absolutamente todo es posible: todo se puede decir, todo puede existir, la realidad es simplemente un camino que se ha trazado, pero el momento de la poesía es estar antes de ese camino y ver la infinita bifurcación de sendas posibles que, como la realidad, tampoco llegan a ningún sitio, pero son bellas y, sobre todo, nos hacen tomar conciencia de lo paradójico y arbitrario de esa realidad en la que creemos con tanta fiereza. Lo que quería decir antes es que ese momento previo, ese cruce de caminos o abismo de lo posible infinito también se siente y se habita en el ensayo. Lo que ocurre es que en el ensayo se pasa por él con mayor rapidez, se coge lo que se puede de ahí para explorar de nuevo el camino de la realidad. A no ser que seas un ensayista como Blanchot, o como Hugo Mujica, o como los últimos libros de Heidegger ( me acabo de dar cuenta de que mi alegoría del camino recuerda precisamente a “Senderos de bosque” ), quienes sí que mantienen en su ensayo una tensión completamente poética de redefinición constante y complacencia en el abismo de lo posible.

F.E.A.: Sus otras dos grandes aficiones (que yo sepa) son el cine y la música pop. Permítame que le eche un piropo: lo ha visto usted casi todo y lo ha oído usted casi todo. ¿Hasta qué punto entran todas esas películas y discos en su poesía?

D.S.A.: En un sentido absoluto, entran en mi poesía como cualquier otra forma de expresión artística. Producen un sentimiento, revelan algún aspecto del mundo que permanecía oscuro y ponen a veces la semilla del poema igual que un cuadro o un libro. En un sentido más concreto, a veces he usado el cine como en épocas anteriores era usada la mitología, de modo similar a como lo hace Jose Óscar López en “Los nuevos dioses”: un determinado nombre o imagen que todo el mundo conoce y que arrastra tras sí una narración y un sentido que no hay que explicar ni resumir, y con la que se puede jugar de forma interpretativa o emocional. Herencia de los novísimos, claro. Fernández Mallo lo hace ahora muy bien. Y en un sentido diferente, Javier Moreno, mezclando mitología clásica e imágenes publicitarias en “Cortes publicitarios”, con un resultado excelente. En mi último libro aparecen referencias a Tarkovski, Antonioni, Hitchcock, Murnau, James Whale y también a la serie B: el hombre lobo, poltergeist, etc.

F.E.A.: Una curiosidad: ¿qué grado de control tiene usted sobre las frases en el momento de escribir poemas? ¿tiene sensación de escribir al dictado? ¿o pasa cuarenta minutos eligiendo un adverbio?

D.S.A.: Nunca dominamos las palabras. Por eso escribimos poesía, creo. Porque sabemos que no se pueden dominar. Estaban antes y estarán después. Y en el espacio vacío en el que se entra cuando vamos a escribir intentamos verlas en su hábitat salvaje, creemos todavía en el mito de la palabra sin el hombre, sin el nombre al menos. Y queremos verlas hacer cosas que no hacen en su jaula del zoo. Ése es el grado de control sobre las palabras: el acecho, entrar en un lugar en el que desaparecen totalmente y luego intentar juntarlas de nuevo pero de otra forma, con piezas nuevas, para que hagan otros ruidos y otras luces que antes no podían hacer.

F.E.A.: Voy a una mina y veo la cara de cansancio de los obreros al final de la jornada, voy a Venecia y me maravillo ante la majestuosidad de las cúpula, me meto en una discoteca y me bebo un whisky mirándole el culo a las niñas de quince y pensando que tengo cuarenta. ¿Con cuál de las tres situaciones haría usted un poema y por qué no?

D.S.A.: No porque las tres son situaciones que responden a un género, en el que las palabras ya no tienen nada que decirme, son espacios explorados y cartografiados a la perfección. No iría a Benidorm a buscar una cala solitaria. Y cuando escribo intento explorar, como he dicho antes: buscar el espacio de la realidad que el lenguaje manifiesta de manera menos evidente, es decir, el espacio que todavía no es real porque no ha sido dicho o formado verbalmente. Ya hemos dicho antes que el lenguaje estaba antes y estará después. Se trata de hacer las palabras ( el mundo) más anchas, de seguir dibujando costas y ríos que, si el lenguaje quiere, se convertirán en tópicos, será explicados, analizados y parodiados como las tres situaciones-topoi que usted planteaba en la pregunta. Pero el placer del descubrimiento-creación es el placer de la poesía y siempre se puede seguir hacia el corazón de las tinieblas.

F.E.A.: Dante también fomentaba esa concepción de la poesía como viaje Congo arriba: “El auténtico poeta camina siempre por sendas poco transitadas”. ¿Es un poeta algo más que un egonauta, o algo menos?

D.S.A.: Bien, parece que la alegoría de la senda da mucho juego. Pero ahora me voy a quedar con lo que de espacial tiene esa alegoría, que tal vez es tan recurrente porque contiene lo espacial y lo temporal en una concentración poética muy intensa. El poeta es un egonauta en un espacio en el que el ego no es posible. Es algo menos que un egonauta. Hay mucho de negación en mi forma de entender la poesía. El ego, el famoso ego del poeta queda para los recitales, concursos, publicaciones y demás. Pero en el momento de la creación en ego es lo que intento evitar. Uso personajes, intento negar lo más conocido, las palabras que me definen, las que continuamente uso “yo”, porque eso es la realidad dada, abierta y explicada. Si se quiere remontar el Congo tienes que ser otro, casi intentar no ser, dejar que el río llegue hasta ese espacio del que hablaba antes: sin biografía, sin ego, sin el lenguaje cotidiano se puede llegar al corazón de las tinieblas: el lenguaje se ve de otra forma, todo está esperando ser nombrado, pero como ya no eres un ego estás mudo. Sin yo no hay voz. Hay que intentar el equilibrio y decir el poema.

F.E.A.: Usted y yo hemos querido mucho a Enrique Vila Matas, ¿tiene algo que ver lo poco que se prodiga usted con la estética del silencio de que habla (pero no practica nada) este hombre?

D.S.A.: Elija su propia respuesta:

a) (cómico-conmiserativa) No, no tiene nada que ver. Lo que pasa es que nadie quiere publicarme. La mía es la estética del silencio forzoso.

b) (pedante) Comparto esa estética del silencio. A raíz de mi tesis sobre Juarroz he tenido el placer de leer a Maurice Blanchot, cuyas reflexiones sobre el silencio y la poesía son uno de esos momentos de descubrimiento feliz. El espacio del silencio antes de la palabra. El intento de mantener ese silencio “original” a pesar de tener que romperlo con el poema, el mito de Orfeo aplicado a esa dualidad. Todo eso, junto con la vocación última y bartlebiana de callar, de reconocer la imposibilidad, ya se está convirtiendo en un tópico. Pero eso no es malo. Al contrario, el hecho de que se convierta en tópico demuestra precisamente su validez, su contenido de verdad y de reconocimiento de algo esencial a pesar de las parodias, gracias también a las parodias. Siempre intento que el silencio entre de alguna manera en mis poemas. Valente es un maestro en esto, como lo son en otros campos Chillida y Oteiza. La belleza de la escultura es también la de atrapar el silencio como espacio real y presente. Un objeto imán del silencio es la mayor obra de arte.

F.E.A.: Estamos a punto de acabar y tengo la terrible sensación de haberlo dejado escapar de rositas. “Sobre mi espalda / yo también respiro. / Las aguas están dentro. / Y la madera, / y la zarza, / y aquella pesadilla / en que clavaba mi nombre en los muros, / como ahora”. Esta cita es la que, por algún motivo, primero recuerdo de usted cuando pienso en su poesía. ¿De dónde vienen estas imágenes? ¿Son una elaboración, o un apunte del “natural”?

D.S.A.: Su pregunta implica una oposición natural / artificial que, como se habrá ido viendo en estas respuestas, no considero productiva ni representativa cuando se habla de poesía. El lenguaje es natural y artificial: es una elaboración del hombre que lo supera y se convierte en fuerza natural, la cual a su vez es constantemente elaborada y transformada por el hombre: descubrimiento, asombro, análisis, parodia, rechazo, refutación…Un ciclo infinito: el ciclo infinito de la vida natural y artificial. Mis poemas son tan naturales como el lenguaje y tan elaborados como éste. Siempre invento ( siempre aparece) un personaje. Ningún “yo” de mis poemas comparte mis circunstancias biográficas. ¿Eso es natural o elaborado? Simplemente es lenguaje, realidad. Cada vez aparece un personaje, aparece una voz que va creciendo, aparece un espacio, van entrando una serie de elementos que tienen sentido en ese mundo, que se van repitiendo, van creciendo y cobrando significados que no estaban en el “yo” biográfico. En el “Cantar del destierro”, por ejemplo, el personaje se rodeó de un mundo cerrado y opresivo de irrealidad en torno a una serie de objetos muy escasa: la cama, la enfermera, la espada, los muros ( a mitad del libro me di cuenta de lo beckettiano de la técnica ). En el “Diario de las bestias blancas”, sin embargo, el personaje habita una ciudad y unos referentes culturales reconocibles y cercanos, pero tampoco se puede ver como una descripción “natural” o “realista” de la vida de alguien como “yo”. Desde el momento en que se escriben se convierten sin embargo en algo absoluto, vivido, si es que esa es la palabra.



_____________________________________________________________________


LOCUS AMENUS - BARRIUS SÉSAMUS

Aquí la tarde cae como una araña.

Las chicharras y los ciclomotores intentan entenderse en vano

bajo un viento que arrastra niños, mochilas y gritos.

La programación infantil inyecta su psicosis a través de la tele:

un monstruo azul crea las coordenadas espaciales

ahora está arriba ahora está abajo, arriba, abajo, arriba, abajo.

Un emisor y millones de receptores ante el mismo mensaje,

arriba, abajo, están dentro de la tarde y las meriendas.

El mundo vuelve a nacer cada segundo.

Yo estoy tumbado encima del sofá

y sin embargo cayendo como una pantera rosa.

Yo estoy dentro de la tarde y su música estridente

y llena de alegría, payaso multicolor.

Un monstruo rojo en algún lugar tras los cristales

destruye las coordenadas espaciales:

yo estoy fuera de la tarde y su burbuja

y también estoy dentro de la tarde y sus mensajes

dentro, fuera, dentro, fuera .

Alguien llama a dios con su claxon una y otra vez implorando

en el altar de la Felicidad inaccesible como toda divinidad.

Hay un helicóptero en mi cabeza

millones de emisores y un solo receptor, yo,

estoy dentro de todos los mensajes

estoy fuera de todos los mensajes

estoy dentro del silencio,

el mensaje de ningún emisor

el código circular: la sangre dando una vuelta más

en mi sistema circulatorio.

En el silencio solo se escuchaba

un lento rotar de aspas que sonaba.


Diego Sánchez Aguilar

16.3.07

ANTONIO AGUILAR RODRÍGUEZ



Nació en 1973 en Murcia. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia. Actualmente es profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES. Ricardo Ortega de Fuente Álamo (Murcia).

En 2002 recibió el 2º Premio Nacional de Innovación Educativa, que concede el Ministerio de Educación, por su trabajo El viaje de Thot, realizado junto a un grupo de profesores del IES. Sta. María de los Baños de Fortuna.

Ha publicado tres libros de poemas:

-El amor y los días (Universidad de Granada, 1998). Accésit del Premio Federico García Lorca.

-El otoño encarnado de Ives de la Roca (Editora Regional de Murcia, 1998). Premio Antonio Oliver Belmás 1997.

-Allí donde no estuve. (Rialp, 2004). Accésit del Premio Adonais 2003.

Han aparecido sus poemas en La verdad y La Opinión de Murcia, y en las revista de literatura Litoral, Hélice, Isla desnuda, Némesis o Musu…

Ha sido antologado en Yo es otro. (Autorretratos de la nueva poesía) de Josep Maria Rodríguez (DVD Ediciones, Barcelona, 2001), y en Periféricos. Quince poetas, de Ignacio Elguero.

(Universidad Popular José Hierro. San Sebastián de los Reyes, 2004).

Ha publicado varios cuentos en las antologías El corazón delator (Ítaca/Nausicaa, 2003) y en Integrales y derivadas (A la deriva, 2006).

Ha participado en foros y encuentros sobre literatura y animación a la lectura. Actualmente colabora, junto a los escritores José Óscar López y Antonio Lorente, en las tertulias de La radio se mueve de Onda Regional.

___________________________________________________________________


FAMOSOS EN ACCIÓN: Amigo Aguilar, ¿con qué se construye un poemario: sólo con los cuatro o cinco topoi eternos, o con cualquier cosa, no sé, la lista de ingredientes de una fabada Litoral, por ejemplo?

ANTONIO AGUILAR RODRÍGUEZ: La pregunta incomoda de principio. ¿Cómo se hace un poemario? Los tópicos están ahí, no creo que una lata de fabada litoral se aleje tanto de los topos. ¿De qué hablaba Anacreonte? ¿No habla de las fabas y de los banquetes? Si le dieras la vuelta a la pregunta, verías que los topos no son topos porque se elijan sino porque se transforma y reaparecen, ¿involuntariamente? ¿Qué es lo que los hace topos? Precisamente eso.

He publicado tres libros. Cada uno se corresponde con un proceso diferente de creación. El primero, El amor y los días, surge del asombro, de la constatación de pronto, un día cualquiera, con veintidós o veintitrés años, de que uno tiene veinte poemas que no le disgustan, que ofrecen algo de sí mismo, una especie de verdad llena de topos, una amalgama de lecturas. El segundo, El otoño encarnado, responde casi al impulso de un texto narrativo. Lo primero, encontrar la voz poética, lo demás vino hilado. El último, Allí donde no estuve, es un regreso a una serie de temas que aparecen reiteradamente, ¿topos? en mi obra, no de forma consciente, sino azarosamente.

F.E.A.: Ya tenemos los ingredientes, ¿hay una receta formal más válida que otras? Es decir, desde las estrofas clásicas hasta el ritmo de una máquina de hacer palomitas, hay una opción correcta?

A.A.R.: Sé que no es muy poético, pero creo que los poemas funcionan igual que una máquina. Todo está perfectamente engranado, una palabra y otra palabra, el sonido, la prosodia, las ideas. Como toda máquina tiene que encajar, que funcionar. Yo he estado obsesionado por la métrica desde que en la universidad conocía a Eloy Sánchez Rosillo. Había leído poco, y con poca atención y de pronto se abre un mundo de formas, de partituras que permitían vertebrar un mundo interior en una gramática prestada.

F.E.A.: Permítame que le alabe sus poemas de amor y que le pregunte qué ha sido de la poesía de amor, que o bien ha desaparecido o bien los poetas, últimamente, la ocultan o la disfrazan de otra cosa.

A.A.R.: Bien. No sé que clase de poesía lee usted, pero el amor está en el aire, especialmente en el aliento de las palabras.

F.E.A.: Recomiéndenos entonces un poeta actual que escriba libros de amor, usted que es tan listo y tan leído.

A.A.R.: Paul Eluard, me parece.

F.E.A.: Veo en su blog que últimamente anda usted leyendo poesía norteamericana actual, narrativa, a lo Carver. ¿Por qué este tipo de poesía no acaba de arrancar por nuestros pagos? ¿Nos asusta lo prosaico? ¿Y a usted?

A.A.R.: Mi blog, cuya lectura desaconsejo, pretende ser un velado y taimado diario de lecturas, es decir, un diario de lo que leo, pero también de lo que querría leer, o he leído, o podría haber leído en vez de lo que leí. Carver es asombroso, su narratividad, su manera de apropiarse materiales de otros, me han deslumbrado. Además refrendan una idea que tuve, luego volvió a caer en mis manos, y volví a su camino, no sé si hacia la cascada, pero un camino propio, cuya concreción final poco tiene que ver con su poesía.

Asumir su forma de concebir la poesía en mi caso supone una aventura. Dejar la métrica como elemento básico del ritmo y sustituirla por otra elaboración rítmica basada más en la oralidad, en el ritmo del propio discurso, han supuesto para mí una bocanada de aire fresco donde puedo decir lo que antes no sabía si tenía que decir.

F.E.A.: Parece que los tiempos líricos cambian y que no todos estamos preparados... ¿Es hora, tal vez, de releer El mundo de Sofía e ir dejando caer nombres propios por los poemas? ¿O no va a colar?

A.A.R.: Siempre he pensado que la poesía es poesía, y que no necesita de las demás disciplinas o ciencias para legitimarse, pero, como todo, habla de cosas y me gusta que esas cosas sean interesantes, se relacionen, se abran se expandan y se enriquezcan.

F.E.A.: Una curiosidad que tengo... Hace unos años, usted era un hervidero de actividad cultural, con la publicación de las plaquettes, la organización de recitales, el cursillismo... ¿Por qué ha levantado el pie del acelerador y qué tiene eso que ver, si es que tiene algo que ver en absoluto, con su obra?

A.A.R.: Simplemente porque no tengo necesidad. Hago, en la medida de lo posible (otro día hablaremos de hipotecas, etc.), lo que quiero, y ahora me apetece leer durante horas y escuchar música y pasear, y si de paso puedo no ir a un recital, mejor.

F.E.A.: ¿Qué tienen de malo los recitales?

A.A.R.: Nada, como tampoco tienen nada de malo las exhibiciones del tuper- ware, (si se escribe así). Aunque en defensa de estos plásticos tengo que decir que los vendedores no olvidan la dimensión escénica y se la trabajan y en el peor de los casos invitan a galletas al auditorio.

F.E.A.: Compromiso, ética, política, debate social... ¿son barbarismos en poesía?

A.A.R.: No lo sé. Cada uno que haga lo que desee.

F.E.A.: Para acabar, me gustaría que nos contara un poco más en detalle el proyecto de poemario en que anda metido ahora, que aunque me lo ha explicado en persona varias veces, y seguramente por un problema con el alcohol, no he acabado de verlo claro

A.A.R.: Lo que tengo hecho, es decir, lo que tengo prácticamente terminado, pero no tanto como para dejarlo, pero sí para releerlo y rehacerlo, es un poemario que parte de la fragmentación de un texto narrativo. No de un texto narrativo existente, sino de un texto virtual. He pretendido individualizar esos fragmentos de los textos narrativos que tienen una intensidad poética. O algo así. Para legitimarme lo que hago estoy buscando argumentos. Decía Jaime Siles que la desaparición del coro en el teatro griego tuvo como consecuencia la pluralidad del yo, por tanto lo que he hecho no es un libro narrativo, sino dramático, un drama vertebrado a través de monólogos dramáticos. No cuenta, son fragmentos del relato, abiertos, con alusiones a referentes elididos, intensos en sí mismos, formados en sí mismos. O, como decía antes, algo así.

___________________________________________________________________________________



HOY HA MUERTO MI ABUELA


Hoy ha muerto mi abuela,

un ser pequeño, exangüe,

horizontal.

Una sábana blanca y una mantilla,

que alguien le había regalado en vida,

tapaban su cuerpo enjuto.

No estaba hermosa.

No se podría decir que estuviera en paz.

Estaba allí simplemente

a expensas del dolor.


Todos sabíamos que aquel cuerpo

era el cuerpo sin vida de alguien

a quien habíamos amado,

a quien habíamos conocido,

de quien habríamos oído hablar en algún momento.


Observé a través del cristal

su nariz pronunciada por la delgadez extrema,

los pómulos descarnados,

la piel fláccida.

Un ser único e irrepetible,

frente a esa masa informe

que poco a poco iba llenando la sala de espera,

diluyendo el dolor

en un dolor compartido en fracciones minúsculas,

en porciones de un pastel de cumpleaños.


Luego en la homilía

al cura le sonó el móvil.

Un hombre obscenamente gordo

que levantaba los brazos

como marcando unas comillas imaginarias

sobre la palabra de dios.


Tan sólo en una ocasión citó su nombre,

y luego habló de un padre y un hijo,

-de Agamenón y de Ifigenia-,

habló de cosas extrañas,

que en algún lugar

dentro de muchos años

tendrán sentido,

cuando ya no nos importen,

cosas que se esclarecerán para tener algo que ver

con los que estábamos allí,

con la que estaba allí,

frente al altar,

dentro de la caja cerrada.


No dijo que el dolor era como un eclipse,

que llega poco a poco,

que lentamente da su bocado seco,

que luego se aleja dejando un rumor

de hojarasca pisada,

que es áspero como una cicatriz.


En aquel momento, en mitad de la homilía,

sólo sentí el estómago vacío,

los pies cansados,

nada que ver con mi abuela,

nada que ver con nadie que estuviese allí,

y aún menos con aquel hombre

que miraba la pantalla de su móvil

mientras recitaba los Evangelios

de una memoria aburrida y monótona.


No dijo que el dolor nada tiene que ver

con quien lo provoca,

que el dolor es cosa nuestra.


Más tarde en el coche

me eché a llorar,

me eché a llorar por mi abuela muerta,

mientras sonaba la música

en el coche

de vuelta a casa, solo,

con esa emisora

escuchando el adagio de la sonata II

para viola de gamba y clavecín

de Juan Sebastián Bach.


Lloré por mi abuela

en el coche

de vuelta a casa, solo,

cuanto no había llorado por mi abuelo,

al que quise con locura,

como el amor que hay entre dos amantes.


Lloré por mi abuelo.

Lloré por mi abuela.

Lloré por mí.

Espacios estancos.

Eso era todo.

Dolor por dolor.

Antonio Aguilar Rodríguez

30.1.07

ROBERTO LÓPEZ BELLOSO

Roberto López Belloso nació en Uruguay en abril de 1969. Desde los 18 años trabaja como periodista. Su libro poemas encontrados en una guía michelín obtuvo en 2000 el Premio Literario de la Intendencia de Montevideo (compartido con Carlos Liscano). Un año más tarde publicó en Ediciones Imaginarias poemas encontrados en una sala vacía (mención poesía édita, Premios del Ministerio de Educación y Cultura). A estos libros les sigue poemas encontrados en el siglo pasado, publicado en 2005 en esa misma editorial, y poemas encontrados en la sierra de las ánimas, su último poemario, acreedor del premio de poesía inédita 2006 del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, y del que ofrecemos un aperitivo al final del cuestionario.



FAMOSOS EN ACCIÓN: Amigo López Belloso, antes de entrar en materia, una curiosidad: ¿qué se le había perdido a usted por los Balcanes en 2001, aparte de todos esos poemas que encontró?

ROBERTO LÓPEZ BELLOSO: En mi opinión los Balcanes tienen la virtud de todas las fronteras. Un cruce de caminos en los que se producen, a la vez, encuentros, choques y síntesis. Pero los Balcanes no son una frontera más. Son el arquetipo de la frontera. Una frontera geográfica (y desde ese punto de vista podría decirse que tenía la necesidad de ver con mis propios ojos el lugar donde empieza y termina esa construcción equívoca que llamamos Occidente), pero además, y sobre todo, una frontera temporal. En ese sentido puede decirse que en los Balcanes yo también buscaba los jirones de épocas épicas. Épocas oficialmente terminadas y enterradas, pero que debían de haber quedado en alguna parte. Buscaba lo que quedaba, si es que quedaba algo, de aquella vieja herencia eslava de la oscuridad de los tiempos, algún resto del imperio otomano o de su contracara austrohúngara. Y por supuesto, buscaba lo que hubiera sobrevivido de la Yugoslavia de Tito. Territorios que, a su modo, eran construcciones utópicas. Mapas imaginarios. Y aquí llego al punto. En ese 2001 yo estaba escribiendo un ensayo, titulado Los mapas imaginarios, sobre los Balcanes, como parte de una investigación académica. Lo que encontré, sin embargo, fue un montón de versos borroneados en mi cuaderno de viaje. El ensayo está casi terminado, pero sigo sin poder ponerle el punto final. ¿Una excusa para volver a la eslavia del sur?


F.E.A.: Leyendo sus poemas encontrados en el siglo pasado, me ha fascinado esa especie de triple salto mortal que supone colocar un poema a medio camino entre la individualidad y la Historia, sin que el artefacto haga aguas y sin cargar las tintas de lo evidente. ¿Hay alguna receta para esto? ¿Por qué a este lado del charco parece que sacamos la lejía cada vez que vemos cualquier resto de Historia en un poema?


R.L.B.: Actualmente no hay historia personal que pueda entenderse si no se la inscribe en el momento preciso en que se está viviendo. Los mujics de la época de Pedro el Grande podían vivir sus vidas como experimentos aislados, pero hoy, todos nosotros somos cápsulas de contexto. Hasta los hikikomori, esos nuevos kamikazes adolescentes del Japón que se aislan en sus dormitorios por meses negándose a cualquier contacto humano, siguen manteniendo el cordón umblical con el televisor o la red. Por supuesto, la literatura puede abstraerse de esa realidad y crear sus propios territorios de individualidad pura. O puede dejar que la historia entre por la ventana y se mezcle con las trayectorias individuales. La literatura es como la programación, siempre que esté dentro de los límites de su lenguaje, puede hacer cualquier cosa. Si el resultado es bueno o es malo, dependerá del que escribe y del que lee. Tampoco en esto hay absolutos. Es más, sugiero desconfiar de la poesía “apta para todo público”.


F.E.A.: Por tirarle un poco de la lengua y al hilo de esto, ¿no decían por ahí que la Historia se había acabado?


R.L.B.: El fin de la historia es un espejismo. Lo que se va erosionando y despedazando son los mitos alrededor de los paradigmas. Pero no la historia. Si lo enfocamos desde un punto de vista literario, ese supuesto final resulta más absurdo. El uso de cascarones de historia como insumos para la creación literaria es pan de cada día. El uso de escenarios pasados para echar luz sobre problemas presentes le ha rendido sus buenos frutos a más de un novelista. Y en cuanto a los poetas...permítame suponer que la poesía es una máquina de resucitar jirones de pasado.


F.E.A.:Desde ya le pido disculpas por ser lo opuesto a un erudito en letras uruguayas, pero por aquí los últimos libros de Eduardo Milán (especialmente Habla) están suponiendo una ráfaga de viento en nuestra mal ventilada escena poética, ¿es para ustedes tan marciano como para nosotros, o de alguna manera se reconoce usted en su escuela literaria?


R.L.B.: Erudito o no, si usted conoce a Eduardo Milán conoce lo que merece conocerse en la poesía uruguaya. En caso de que tenga un ataque de curiosidad, puede agregar los nombres de Roberto Echavarren, Alfredo Fressia, Jorge Medina Vidal. Si de Milán ya conoce Habla, le recomiendo especialmente Errar. O para que sea más fácil de encontrar, Razón de amor y acto de fé, editado por Visor. Allí encontrará joyas como esta: “yo no busco un dolor puro/ busco su nombre para delatarlo”. Milán, que tiene nombre de ciudad extranjera (ciudad Meca para los nuevos emigrantes en que nos hemos convertido) vive, desde hace mil años, en el extranjero (México). Las letras uruguayas son una diáspora. No en vano nuestra única pluma universal es francesa (Lautréamont, nacido en Montevideo y alimentado en París con la nostalgia del Río de la Plata). Disculpe, en este momento se impone una pregunta-paréntesis-duda: ¿dije nuestra? No creo que exista un lugar en el que anclar la identidad en términos de literatura ni de historias individuales.


F.E.A.: Por abundar un poco en este tema, ¿qué tiene para usted más sustancia, una tradición literaria uruguaya o una tradición latinoamericana?


R.L.B.: Una tradición literaria. Y punto. Ni uruguaya ni latinoamericana. No hay más fronteras que el lenguaje, por lo que a lo sumo podría aceptar la existencia de una “tradición literaria en lengua castellana”. Y en esto incluyo tanto lo escrito originalmente en español, como las versiones castellanas de lo escrito en otras lenguas, ya que debemos agradecer también a esos contrabandistas que son los traductores. Mulas imperfectas que nos traen de contrabando a Elliot, a Kavafis, a Skácel o a Rimbaud. A cambio se llevan a Vallejo, a Lezama Lima, o a Miguel Henández. No habría tradición literaria sin esos imperfectos intercambios de frontera.


F.E.A.: Es decir, que usted suscribiría aquello de Camus de Mi patria es la lengua francesa exactamente hasta la penúltima palabra…


R.L.B.: Siempre hasta la penúltima palabra y sin la letra chica. Porque no olvidemos que la lengua es parte de lo que define las identidades nacionales. Si a esa equivocación llamada patria le agregamos el corsé de la literatura creada en una lengua, cualquiera que sea esa lengua, terminaremos limitando tanto los horizontes que no habrá forma de levantar la pluma...perdón, quise decir que no habrá forma de golpear la tecla.


F.E.A.:¿No cree que en su editorial lo van a colgar a usted, por colgar su libro entero en un blog?


R.L.B.: Se trata en verdad de un experimento inacabado. A cada poema le iremos incluyendo algunas notas que generarán una propuesta distinta a la que puede verse en libro. Esperemos encontrar clemencia.


F.E.A.: En estos tiempos poéticos que corren, tan malos para los poemarios abiertos o heterogéneos, ¿defendería usted la no unidad de sus poemas encontrados en el siglo pasado? Es el momento, si quiere, de defenderse de esta acusación de herejía, también.


R.L.B.: Si se busca tal vez puedan encontrarse ahí adentro algunas cápsulas de unidad. Colecciones temáticas, para usar un criterio filatélico. Sellos eslavos. Sellos de invierno. Sellos de Berna. Sellos de poetas. Sellos rojos. Hay muchas combinaciones posibles. Tal vez su unidad sea esta posibilidad combinatoria. En cuanto al dilema dialéctico entre unidad y heterogeneidad, creo que no hay defensa posible: toda unidad es un espejismo, la realidad es heterogénea. Pero seamos justos: la poesía es en sí misma un espejismo.


F.E.A.: Los tiempos que vivimos están, desafortunadamente, produciendo muchísimo material para un hipotético poemas encontrados en este siglo. ¿Abordaría usted este proyecto? ¿Bordearía tal vez algún escollo sociopolítico para no caer en lo panfletario? ¿O lo atacaría de lleno?


R.L.B.: Lo atacaría de lleno. Tropezaría con el panfleto. Me rompería las narices contra la realidad. Y trataría de volver a levantarme. Enredado en viejas banderas chamuscadas. Todo eso con la esperanza de que el lector no se enterase de nada de lo que ocurrió durante el viaje. ¿O haría todo lo contrario?


F.E.A.: No quisiera ponerlo en un aprieto (porque yo también siento esto y sería para mí un trago si alguien me hiciera esta pregunta), pero, ¿de dónde la fascinación por el mundo eslavo, tan frecuente en su libro?


R.L.B.: Desde el primer libro (que intercambiamos en Sarajevo) el mundo eslavo está presente en lo que escribo. Somos animales de imágenes, por lo que el principio de la fascinación llegó por medio del cine: Eisenstein, Wajda, Kieslowski, Zulawski. Después llegó la literatura. Los poetas rusos (Tsvietaieva, Blok, Maiakovsky, Mandelstham), los checos (Skácel, Holan) y los narradores balcánicos (Pavic, Selimovic, Andric, Cernianski, Kadaré). Después del cine y la literatura llegó la historia. Ahí la entrada se dio a través de la Edad Media y de los experimentos yugoslavos. Finalmente estuvieron los viajes con el contacto directo que permiten. Pero un encuentro preparado largamente por aquellas imágenes y lecturas. Y en términos de contacto directo, encontré en Bizancio una puerta de entrada privilegiada para el mundo eslavo. Llegué a los Balcanes desde Grecia, y luego, viviendo un año en Praga, pude acercarme lentamente, una y otra vez, cíclicamente, a un lugar que ya forma parte, de una manera natural, del paisaje de mis poesías. En los hechos, el libro más exótico que he escrito se llama poemas encontrados en la sierra de las ánimas, y trata sobre el campo uruguayo.


____________________________________________________________________


sin defensa posible
la siesta extiende tu pelo recién lavado sobre las almohadas blancas traídas de varsovia
un ladrido se apaga y las cortinas no dejan
que la luz te sirva de coartada
llevas
a la cama
compañía
los territorios prohibidos se clavan
como agujas de seda
en el lugar preciso


26.7.06

DANIEL BELLÓN


Daniel Bellón nace en Cádiz, en 1963, desde los catorce años vive en Canarias. Es licenciado en Derecho. Su primer libro publicado es un pequeño cuaderno titulado "Bajo la luz de una pantalla"( Editorial CIP colección "poesía mínima",1983). Ese mismo año publicó "Canción de almadía" (Cuadernos Insulares de Poesía) y en 1986 "Salir Corriendo" (La Calle de la Costa) Después el silencio, si bien participando en el proyecto editorial " La Calle de la Costa", dedicado a la edición de poesía joven del archipiélago. En 2002 la editorial Baile del Sol publica "Tatuajes. Selección de poemas. 1989-2001", que recoge parte del material escrito en esa época. En el pasado 2005 ven la luz "Haikus para Tetsuo" (La última canana de Pancho Villa) y "Lengua de signos" ( Ediciones Idea) y en 2006, "Tatuajes en otra tinta azul" (Crecida). La mayor parte de sus trabajos están disponibles en la Red a través de su blog. Interesado por las posibilidades de Internet, de una manera u otra pone en marcha proyectos en la Red desde el año 2000. Su bitácora, Islas en la red, es, desde 2003, su casa digital. Forma parte de la trama ciberpunk hispana, y participa en otros proyectos colectivos. Poemas suyos han sido publicados en revistas y medios de España y Latinoamérica.


-------------------------------------------------------------------------------------


FAMOSOS EN ACCIÓN: Amigo Bellón, tal vez no me perdone usted lo que le voy a decir, pero confieso que al abrir "Lengua de signos", encontrar citas de Juarroz y Gelman y atacar la primera mitad del poemario, "Invocaciones", "Territorio / Piel", y "Piel / Territorio", me vino a la mente su insularidad, la de Sánchez Robayna y la de la crítica que emana de la Universidad de La Laguna. Esta idea se desdibujó más tarde, pero ¿hasta qué punto se encuentra usted incómodo con la asociación con esa manera (que en algunos foros se tilda de "canaria") de entender la poesía?


DANIEL BELLÓN: Uy, no me habían relacionado nunca antes con Sanchez Robayna y el círculo de poetas y críticos que, por así decirlo, y con todo respeto, ha ido creciendo a su alrededor, ni he tenido la oportunidad de tener relación personal con ellos más allá de algún contacto esporádico, así que no sé si esa asociación me incomoda o no. Pero sí puede ser que, de algún modo comparta, no sólo con esos poetas sino con otros isleños una cierta "perspectiva canaria" o insular de la poesía, que, sujeto a que se me corrija, me atrevería a dibujar con un par o tres de trazos: 1º: asunción de la "tradición de las vanguardias" como propia, lo que en Canarias sucede por lo menos desde el modernismo, que fue acogido por los poetas isleños con una intensidad desconocida en la poesía peninsular, me remito a Morales y a Quesada por ejemplo. Mucha gente no sabe que, poco antes del golpe de estado del 18 de Julio del 36, se celebró en Tenerife una exposición surrealista a la que asistieron André Bretón y Benjamín Peret, y que existían en las islas revistas como Gaceta a de Arte o La Rosa de los Vientos muy atentas a las corrientes artísticas procedentes de las capitales europeas y de América. Esa "tradición vanguardista" fue rota por la dictadura, pero no del todo, y se trata de un sustrato que la mayor parte de los autores isleños asumimos como propio, de manera más o menos crítica, por encima de tendencias. 2º: Un interés especial y desprejuiciado por lo que sucede en América Latina, que hemos sentido siempre especialmente cerca, casi como una extensión del archipiélago. 3º: una inevitable relación singular con el territorio, con la isla que nos condiciona consciente o inconscientemente. Desde ahí, hay divergencias en qué conclusiones saca cada cual de esa "mirada", lo cual es lógico. Cuando pienso en los surrealistas canarios yo no puedo evitar recordar que algunos de ellos murieron ensacados, o pasaron largos años de prisión, y que todos fueron víctimas del silencio siniestro que se abatió sobre las Islas y el resto de España. Por otra parte, sí comparto con Sánchez Robayna (y con Jordi Doce y con Vicente Luis Mora y con Enrique Falcón) la visión de una poesía hispanoamericana o de lengua hispana como un conjunto mucho más interesante que las artificialmente fragmentadas poesías o literaturas "nacionales". En ese océano que es la poesía en castellano, pueden trazarse cartas de navegación que traspasan inevitablemente las fronteras oficiales, de tal modo que para mí, poetas como Gelman, Juarroz o Cardenal, me son tanto o más propios que otros con los que sólo comparto el pasaporte. También pienso que en ciertos debates que me interesan mucho los poetas latinoamericanos llevan cierto adelanto respecto a la orilla española.



F.E.A.: ¿A qué debates se refiere?



D.B.: A debates alrededor de las relaciones de la poesía con otras artes, con la realidad sociopolítica, con la propia participación del poeta en los conflictos que afectan a la sociedad en que vive, con la cultura popular, con la cultura pop, con los argots urbanos... Hace unas semanas reproduje en mi bitácora una larga cita de Saúl Yurkievich sobre qué cuestiones se habían planteado los poetas latinoamericanos de su generación, que son ya todos gente mayorcita y reconocida (los que siguen vivos): Gelman, Cardenal, Cisneros, Jose Emilio Pacheco, Dalton... y la reproduje porque unos días antes me encontré en un suplemento dominical con esta pregunta, digamos retórica de Luis Antonio de Villena, " ¿puede la poesía hablar de los problemas contemporáneos sin dejar de ser poesía?". Ya di mi opinión sobre semejante pregunta en mi blogo, así que no me voy a repetir...


F.E.A.: Más adelante, con "Lenguajes / Barruntos", la indagación en el fenómeno del lenguaje se hace extensiva a ámbitos mucho menos evidentes, como la genética, la informática, la ética, las preocupaciones sociales o la metafísica. Importa la palabra, pero también la pregunta, en sentido brechtiano. Creo que es la parte más original del libro y seguramente la que más me gusta. Aclárenos esa oposición, en el título de la sección.


D.B.: Habría que arrancar del título del propio poemario "lengua de signos", que se me vino a la cabeza al tratar, por temas de trabajo, con el colectivo de las personas sordomudas que se expresan a través de la lengua de signos. No sé si ha tenido la oportunidad de tener cerca de un sordomudo hablando la lengua se signos: se arremanga, se acalora, todo el cuerpo se activa en función del esfuerzo de comunicar, de transmitir, es un ejercicio físico tremendo. Porque comunicarse es muy difícil, porque a veces no encontramos las palabras que necesitamos para decir lo que queremos, y por que en otras ocasiones las palabras se nos escapan y van más allá de del sentido que queríamos darles, y, finalmente, porque hay cosas que a todos nos cuesta mucho expresar. Creo que todo el poemario gira alrededor de esta cuestión. En los poemas de la sección lenguajes/barruntos es cierto que hablo de nuevos lenguajes (los informáticos hablan de "lenguajes de programación) y de lenguajes más viejos que todos nosotros (el código genético: qué es un lenguaje sino un código). Tenemos mil sistemas para enfrentar lo que nos rodea, y, sin embargo, hay cosas que sólo barruntamos, avizoramos y que no sabemos expresar. Barruntar en dialectal canario es "ver venir" , yo creo que estamos en un tiempo de cambio, que todos barruntamos hacia donde pueden dirigirse esos cambios, entre sombras muy oscuras y lucecitas esperanzadoras, pero que no tenemos una visión clara, vamos tanteando…y dando con incómodas preguntas, en vez de con fáciles respuestas.


F.E.A.: Detecto en el poemario una llamativa preocupación por ciertas estructuras rítmicas complejas, no basadas en versos tradicionales como el endecasílabo, que me recuerda por un lado a la poesía española prenovísima y por otro a los dos jovencísimos ganadores del Hiperión de este año, Ben Clark y David Leo García. ¿Podemos postular una recuperación de esta dimensión rítmica del verso?


D.B.: No sé, y quizás sí. Los poetas que menciona no los conozco más que de oídas, a ver si tengo la oportunidad (uno de los problemas de las islas es que la distribución editorial es penosa). Volviendo al quizás sí. Tenemos una tropa de chicos y chicas jóvenes verseando, jugando con el ritmo y las palabras, rapeando, descubriendo el juego de las palabras ¿haciendo poesía?. En la antología de jóvenes poetas latinoamericanos "ZURDOS", editada por Bartleby hace poco, descubrí a una poeta uruguaya , Lalo Barrubia, que escribe poemas que se sostienen perfectamente sobre el papel y que también pueden decirse –rapearse- igual de bien con un DJ detrás…quizás estamos en el principio de algo…

Por otro lado, hay poetas que están experimentando con la conexión poesía, oralidad y música, se me vienen a la cabeza el Circo de La Palabra Itinerante y Subdesalsur, y, si el soporte del poema vuelve a ser el aire, y no el papel, los elementos rítmicos adquieren una importancia capital.

Es curioso, porque estos experimentos nos remiten al pasado más profundo de la poesía, a la tradición oral sostenida en forma de cantos, romances, etc y al futuro: electrónica, rap… Creo que para los poetas jóvenes, los "nativos digitales" , se abre un campo de experimentación enorme.


F.E.A.: Además de estas indagaciones sobre la poesía y el lenguaje, también caben en el libro partes con poemas de amor o, más extensa, con poemas, digamos, "sociales". Yo diría que estamos ante un poemario para nada homogéneo (centrípeto), sino más bien centrífugo. ¿Me da la razón?


D.B.: Centrípeto, centrífugo…yo lo definiría como "orgánico". Los poemas surgieron sin una premeditación, sin una articulación previa, cosa que sí he hecho en otros trabajos, y mi idea era que se mezclaran y confundiesen en cierto modo dimensiones que parece que tratamos de mantener en compartimentos estancos: lo íntimo/lo social/lo político. No creo en esa estanqueidad ni en ese estancamiento. Por otra parte, creo que en sus aspectos formales, no "temáticos" (otra división que trato de no aceptar) y en su orientación, el poemario es bastante homogéneo.



F.E.A.: Hablando de centrifuguismo, he leído hace poco un informe del N.E.F. (New Economics Foundation) que declara que, en general, la vida en las islas es más satisfactoria para nuestra especie, se viven más años y se rapiña menos el medio ambiente. ¿Tiene esta insularidad, también, un efecto en la creación de poemas?


D.B.: Jé, me temo que los del NEF no estén demasiado bien informados, por lo menos en lo que se refiere a la rapiña del medio… Cualquiera que se dé una vuelta por la costa grancanaria o por Fuerteventura alucinará con las burradas que se están haciendo, con la saturación de camas, con los campos de golf en medio del desierto…y hasta bien entrados los años 70 Canarias fue territorio de emigración, la gente se iba de aquí a Venezuela porque las islas ofrecían pocas oportunidades de una vida "satisfactoria"…Me temo que con lo de la poesía es lo mismo. Siento cargarme la fantasía…Hay un cierto tópico, asumido inclusive, que presenta al insular como un ser ensimismado en su pequeño territorio y, por tanto, más dado a la poesía, como expresión de su intimidad, que a la narrativa, por ejemplo. Rechazo el tópico. Es verdad que la isla nos determina, es hogar y frontera, pero también es muelle, comercio, tráfico portuario, trapicheo, mezcla de lenguas… Y en estos tiempos nuestros de interconexión y redes estar a/isla/do es bastante difícil.


F.E.A.: Si hablábamos antes de afinidades con Sánchez Robayna en cuanto al tema de lo decible y lo poético, ahora se me ocurre que los poemas más explícitamente "sociales" han bebido de las mismas fuentes que Riechmann, Wolfe, Orihuela o Falcón. Me gusta especialmente "Star Wars", pero ¿qué ingrediente le da un sabor distinto a su receta? ¿En qué se aparta usted de ellos?


D.B.: Me va a permitir que me rebele un poquito, aprovechando tal vez este paso del Pisuerga por Valladolid, ya sé que el sentido de su pregunta no es etiquetar, pero quisiera aprovechar para decir que los etiquetados no son inocentes. Designar a un grupo de poetas como "sociales" es un ejemplo de esos etiquetados. Porque en sí misma, la etiqueta "social" no aporta nada, no es informativa. Para mí decir que un poema es "social" es lo mismo que decirme que está compuesto de letras, e indicar que un poeta es "social" es lo mismo que decirme que es un poeta con páncreas (no conozco a ninguno sin este antipático pero imprescindible órgano). Para usar las palabras de alguien no sospechoso de emboscado bolchevique, me acojo a W.H. Auden, cuando dice que "La gloria y la vergüenza de la poesía están en que su medio de expresión no es de propiedad privada, en que el poeta no puede inventar las palabras y en que las palabras del poeta no son productos naturales sino sociales, y utilizados para cumplir mil funciones diferentes" (La mano del teñidor, pg. 29,Barral 1974)

Se trata entonces de calificar como "social" toda poesía con alguna intencionalidad "política" (esa cosa tan fea, un "virus" lo llamaba un reseñista en Babelia este último sábado refiriéndose a una antología de poesía centroamericana). Bien, otra vez el Sr. Auden, todo un caballero. "En nuestra época la sola confección de una obra de arte es en sí un acto político" (op.cít. pag. 103). ¿Por qué?, porque el "arte", y la poesía más que ningún otro "arte" no se produce en el vacío, se produce en la polis. Y cada vez que el poeta habla o calla se posiciona. Y cada pieza, poema, obra, establece una relación con su entorno, lo rearticula de alguna manera. Dicho esto yo soy partidario ferviente de que cada cual escriba sobre lo que se le antoje, pero sin engañarse. Es verdad que hay muchos tipos de silencios, hay silencios cómplices y silencios surgidos del desconcierto, de la desazón, de la angustia incluso, pero creo que se les puede distinguir por el olor...

Yendo a los poetas que menciona, dejando al margen a Wolfe, cuya obra no he tratado demasiado, creo que las maneras de afrontar la escritura poética de Riechmann, Falcón y Orihuela son totalmente diferentes entre sí. Si uno los lee, es imposible confundirlos. Se trata de voces con una fuerte personalidad. Entonces yo tendría que hablar de en qué me aparto de Riechmann, en qué de Falcón y en qué de Orihuela. Y a más, en qué me diferencio del Orihuela de "Narración de la llovizna" y del de "Comiendo piedras"… porque, además, me habla de poetas que evolucionan. Para no acabar… Casi me interesa más hablar de lo que comparto con ellos que de lo que me diferencia, tal vez porque para mí la diferencia sea muy evidente. Gelman, hablando sobre poesía dice dos cosas muy interesantes: una, que el tema de la poesía es siempre al poesía misma, o, dicho de otra manera: cuando uno escribe un poema busca un tipo de expresión muy concreta y una manera de aproximarse al otro potencial distinta a un artículo de prensa o a un ensayo, es una expresión desde ese límite del lenguaje que es la poesía, y, después, y no es contradictorio con lo primero aunque lo parezca, comenta Gelman que él sólo escribe poesía sobre sus obsesiones. Yo suelo hablar de "mis trabes". Creo que con la que está cayendo a nuestro alrededor, debería haber muchos creadores, poetas, músicos, artistas multimedia, pintores, etc. (y, de hecho, los hay) obsesionados, trabados con la violencia cotidiana en que vivimos, con la explotación feroz de los seres humanos y nuestro entorno, con los conflictos armados, con la pérdida de sentidos, con el deterioro de las relaciones entre personas… Pienso que con los poetas que menciona comparto obsesiones, una mirada crítica hacia lo que nos rodea, y con algunos de ellos una amistad reciente y creciente…. Y ahora permítame volver a las etiquetas: hay poetas que se obsesionan con el descubrimiento de un pendejo blanco (traducción al castellano estándar: una cana en el vello púbico) y hacen girar toda su poesía alrededor de ese tema, y no se habla, sin embargo, de poesía pendejista o pendeja , y tal vez se debiera…

En cuanto al famoso tema de lo decible, lo inefable y tal... ok, estoy de acuerdo en que la poesía debe luchar por expresar lo indecible, lo inefable, lo imposible de expresar, lo que pasa es que para mí lo indecible es aquello que no queremos decir porque nos duele o porque no nos alcanzan las palabras, y aquello que no se dice porque se trata de volverlo invisible, y que el poema debe desvelar, dejar ver, dejar decir... Mi concepción de lo inefable no tiene nada que ver arrobamientos ante una puesta de sol o cosas así; hay dolores casi inexpresables, carencias extremadamente difíciles de explicar, hambres de las que sólo sabemos de oídas. Miradas en las que cabe todo el miedo, toda la desazón, toda la rabia...y toda la alegría también. Las miradas son verdaderamente difíciles de decir...inefables, vaya.

No sé en qué me diferencio de otros poetas. Sí creo saber en qué cuestiones me fijo: me entusiasma la potencia de la oralidad (que no es lo "conversacional"), me refiero a la potencia expresiva de ciertas formas del habla, del dialecto isleño en concreto. Le voy a dar un ejemplo que suelo usar para explicar esto: En Gran Canaria, cuando una persona está inquieta, nerviosa o asustada por algo dice que está "desalada"; es tremendo, desalada, que está sin sal, elemento básico para la vida, o sin alas, sin capacidad de moverse… me entusiasman los poetas que utilizan la historia como recurso para afrontar sus preguntas sobre el presente (Cardenal, Cisneros, Quiñones…Quiñones es un gran marginal de la poesía española) y, en los últimos tiempos me entusiasma la ciencia, y cómo sus resultados afectan (o deberían afectar) al arte en general y a la poesía en particular. Creo que seguimos escribiendo poemas como si las teorías de Einstein no se hubiesen publicado, o no se supiera nada de la física cuántica o de los desarrollos de la ciencia económica y la sociología, la ecología, la informática… cuestiones que suponen un cambio radical en la visión del universo que nos rodea y del propio ser humano y sus relaciones sociales, y no creo que eso sea correcto. No es que se trate de que el poeta deba tener un conocimiento enciclopédico imposible, sino de tener un poquito de curiosidad. De poner en cuestión nuestro ombligo…


F.E.A.: Le confieso que me ha fascinado ese concepto de "poesía pendejista" y que estoy pensando seriamente en preparar una monografía sobre el tema. Esto... ¿me daría usted alguna pista, por dónde empezar, con qué poetas concertar entrevistas?


D.B.: Siento tener que decirte que se le han adelantado. Hay una monografía sobre el tema titulado "Poesía y Poder" firmado por el colectivo Alicia Bajo Cero cuya lectura recomiendo fervientemente, y que está completo en formato pdf en la biblioteca virtual del Manual de Lecturas Rápidas Para la Supervivencia . Ahí va a encontrar pistas, nombres, ejemplos...de todo.


F.E.A.: Su blog, el estupendo "Islas en la red", supone entre otras cosas un escaparate de la actividad poética en Internet, y abunda en valiosos enlaces. Su entrega al proyecto roza la militancia a favor de la Red como ágora posmoderna y lugar de encuentro de poetas de toda procedencia. ¿Hasta qué punto cree usted que una tecnología tan reciente ha alterado un arte tan vieja?


D.B.: Lo que la Red le haga a la poesía está aun por ver. Por una parte está la red como medio, y a mí me parece que Internet es un espacio en el que la poesía pueden moverse con una ligereza, una agilidad, mucho mayor que otras artes. Porque la poesía es un arte modesto en recursos: sólo hacen falta palabras, y, en la mayor parte de los casos, no muchas. Se puede leer un poema en una pantalla, una novela es bastante más difícil. Esto sin hablar de que la Red pone en nuestras manos herramientas como los blogs, que liberan una enorme creatividad, y de la posibilidad de contacto que creo que los isleños, por nuestra situación geográfica, apreciamos especialmente.

Por otro lado está la red como herramienta: Hay gente escribiendo poemas para móviles, otros utilizando las capacidades de experimentación visual del flash o las posibilidades del hipertexto, vale que muchas de esas experiencias se queden fuegos artificiales, pero sólo experimentando se avanza, y, finalmente, está la red como "lugar" para vivir del que surgirán nuevas formas de poesía; veremos qué poesía desarrollan las generaciones nativas digitales…

Sin embargo, y pese a mi interés (mi pasión) por todo eso, pienso que el poema es de por sí, de algún modo, un objeto de alta tecnología, él solito en el aire o en un papel: es pequeño, lo que es una característica típica de las nuevas tecnologías, es "nano". Es código abierto, le recuerdo la cita de Auden, en cierto modo, al escribir poesía, "hackeas" las palabras, les das la vuelta para que digan más de lo previsto, o les das un uso alternativo, las haces decir cosas diferentes quitando aquí y poniendo allá. Y, muy importante en mi opinión: todo poema verdadero es hipertexto puro, cada palabra nos conduce a una red de enlaces, de sugerencias que están por debajo de la palabra escrita o dicha, donde el lector o escuchador puede indagar, dar vueltas, volver al poema varias veces siguiendo vínculos insospechados. Y esto puede decirse de poemas de Safo, de Char, o de Vallejo. Quizás por eso creo que la poesía encuentra en Internet un entorno tan propicio…


F.E.A.: Pero no sólo se quedan sus actividades sociales en el mundo digital, y es frecuente verlo a usted en encuentros, charlas, mesas redondas y lecturas tanto insulares como peninsulares. Háblenos un poco de ese imperio del mal, que alguna foto he visto en su blog y parece que se lo pasan pipa.


D.B.: Uy, frecuente…En los tres últimos años he participado en tres actividades "presenciales": el encuentro de poetas de Moguer, las lecturas de poemas de "La Laguna en Poesía" y el ciclo de poesía en resistencia que monta en Sevilla en colectivo "La Palabra Itinerante". De verdad que creo que estoy muy alejado de los circuitos de lecturas poéticas, presentaciones, etc… Ahora, eso sí, poquito pero bendito. El encuentro de poetas de Moguer que organiza Antonio Orihuela con la Fundación Juan Ramón Jiménez es un entorno muy singular, donde se genera una relación casi familiar entre los poetas participantes y con el pueblo que nos acoge, muy especial, La Laguna fue la casa de mi juventud y vida de estudiante y cualquier excusa para estar ahí me parece buena, y "La Laguna en poesía" es un ciclo de nivel internacional, y de "La Palabra Itinerante", qué puedo decir. Creo que ese colectivo integra voces que ya están dando que hablar, de una calidad muy alta, Miguel Angel García Argüez, David Franco, Jose María Gómez Valero, David Eloy Rodríguez, Juan Antonio Bermúdez… y, encima, resulta que son gente extraordinaria: luchadora, con iniciativa, cercana, acogedora… El ambiente de las lecturas que organizaron en Sevilla era increíble, con la que estaba cayendo, un solajero criminal y una final de copa con el Betis… con su trabajo han sido capaces de generar en Sevilla un entorno de personas que se interesan por la poesía, que escuchan, que preguntan, y se hacen partícipes. El otro día leí una entrevista a un poeta polaco, no recuerdo ahora el nombre, carajo, Zagajewski, que decía que el lector de poesía es un poeta que opta por guardar silencio… pues este colectivo con sus actividades va plantando el país de poetas, unos que se deciden a hablar y otros que callan y crean poemas en cada lectura. Eso es una tarea impagable…


-------------------------------------------------------------------------------------


En tus caderas ensenadas
Se guarecen
Los barcos en invierno

Y tus ojos brillan
Si son mis manos
Las que buscan abrigo

Manos correlonas
Caminando el país
Buscando los valles

Fruta robada
Muérdeme
Disuélveme en tu boca

Bota el corazón a los contenedores.