26.7.06

DANIEL BELLÓN


Daniel Bellón nace en Cádiz, en 1963, desde los catorce años vive en Canarias. Es licenciado en Derecho. Su primer libro publicado es un pequeño cuaderno titulado "Bajo la luz de una pantalla"( Editorial CIP colección "poesía mínima",1983). Ese mismo año publicó "Canción de almadía" (Cuadernos Insulares de Poesía) y en 1986 "Salir Corriendo" (La Calle de la Costa) Después el silencio, si bien participando en el proyecto editorial " La Calle de la Costa", dedicado a la edición de poesía joven del archipiélago. En 2002 la editorial Baile del Sol publica "Tatuajes. Selección de poemas. 1989-2001", que recoge parte del material escrito en esa época. En el pasado 2005 ven la luz "Haikus para Tetsuo" (La última canana de Pancho Villa) y "Lengua de signos" ( Ediciones Idea) y en 2006, "Tatuajes en otra tinta azul" (Crecida). La mayor parte de sus trabajos están disponibles en la Red a través de su blog. Interesado por las posibilidades de Internet, de una manera u otra pone en marcha proyectos en la Red desde el año 2000. Su bitácora, Islas en la red, es, desde 2003, su casa digital. Forma parte de la trama ciberpunk hispana, y participa en otros proyectos colectivos. Poemas suyos han sido publicados en revistas y medios de España y Latinoamérica.


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FAMOSOS EN ACCIÓN: Amigo Bellón, tal vez no me perdone usted lo que le voy a decir, pero confieso que al abrir "Lengua de signos", encontrar citas de Juarroz y Gelman y atacar la primera mitad del poemario, "Invocaciones", "Territorio / Piel", y "Piel / Territorio", me vino a la mente su insularidad, la de Sánchez Robayna y la de la crítica que emana de la Universidad de La Laguna. Esta idea se desdibujó más tarde, pero ¿hasta qué punto se encuentra usted incómodo con la asociación con esa manera (que en algunos foros se tilda de "canaria") de entender la poesía?


DANIEL BELLÓN: Uy, no me habían relacionado nunca antes con Sanchez Robayna y el círculo de poetas y críticos que, por así decirlo, y con todo respeto, ha ido creciendo a su alrededor, ni he tenido la oportunidad de tener relación personal con ellos más allá de algún contacto esporádico, así que no sé si esa asociación me incomoda o no. Pero sí puede ser que, de algún modo comparta, no sólo con esos poetas sino con otros isleños una cierta "perspectiva canaria" o insular de la poesía, que, sujeto a que se me corrija, me atrevería a dibujar con un par o tres de trazos: 1º: asunción de la "tradición de las vanguardias" como propia, lo que en Canarias sucede por lo menos desde el modernismo, que fue acogido por los poetas isleños con una intensidad desconocida en la poesía peninsular, me remito a Morales y a Quesada por ejemplo. Mucha gente no sabe que, poco antes del golpe de estado del 18 de Julio del 36, se celebró en Tenerife una exposición surrealista a la que asistieron André Bretón y Benjamín Peret, y que existían en las islas revistas como Gaceta a de Arte o La Rosa de los Vientos muy atentas a las corrientes artísticas procedentes de las capitales europeas y de América. Esa "tradición vanguardista" fue rota por la dictadura, pero no del todo, y se trata de un sustrato que la mayor parte de los autores isleños asumimos como propio, de manera más o menos crítica, por encima de tendencias. 2º: Un interés especial y desprejuiciado por lo que sucede en América Latina, que hemos sentido siempre especialmente cerca, casi como una extensión del archipiélago. 3º: una inevitable relación singular con el territorio, con la isla que nos condiciona consciente o inconscientemente. Desde ahí, hay divergencias en qué conclusiones saca cada cual de esa "mirada", lo cual es lógico. Cuando pienso en los surrealistas canarios yo no puedo evitar recordar que algunos de ellos murieron ensacados, o pasaron largos años de prisión, y que todos fueron víctimas del silencio siniestro que se abatió sobre las Islas y el resto de España. Por otra parte, sí comparto con Sánchez Robayna (y con Jordi Doce y con Vicente Luis Mora y con Enrique Falcón) la visión de una poesía hispanoamericana o de lengua hispana como un conjunto mucho más interesante que las artificialmente fragmentadas poesías o literaturas "nacionales". En ese océano que es la poesía en castellano, pueden trazarse cartas de navegación que traspasan inevitablemente las fronteras oficiales, de tal modo que para mí, poetas como Gelman, Juarroz o Cardenal, me son tanto o más propios que otros con los que sólo comparto el pasaporte. También pienso que en ciertos debates que me interesan mucho los poetas latinoamericanos llevan cierto adelanto respecto a la orilla española.



F.E.A.: ¿A qué debates se refiere?



D.B.: A debates alrededor de las relaciones de la poesía con otras artes, con la realidad sociopolítica, con la propia participación del poeta en los conflictos que afectan a la sociedad en que vive, con la cultura popular, con la cultura pop, con los argots urbanos... Hace unas semanas reproduje en mi bitácora una larga cita de Saúl Yurkievich sobre qué cuestiones se habían planteado los poetas latinoamericanos de su generación, que son ya todos gente mayorcita y reconocida (los que siguen vivos): Gelman, Cardenal, Cisneros, Jose Emilio Pacheco, Dalton... y la reproduje porque unos días antes me encontré en un suplemento dominical con esta pregunta, digamos retórica de Luis Antonio de Villena, " ¿puede la poesía hablar de los problemas contemporáneos sin dejar de ser poesía?". Ya di mi opinión sobre semejante pregunta en mi blogo, así que no me voy a repetir...


F.E.A.: Más adelante, con "Lenguajes / Barruntos", la indagación en el fenómeno del lenguaje se hace extensiva a ámbitos mucho menos evidentes, como la genética, la informática, la ética, las preocupaciones sociales o la metafísica. Importa la palabra, pero también la pregunta, en sentido brechtiano. Creo que es la parte más original del libro y seguramente la que más me gusta. Aclárenos esa oposición, en el título de la sección.


D.B.: Habría que arrancar del título del propio poemario "lengua de signos", que se me vino a la cabeza al tratar, por temas de trabajo, con el colectivo de las personas sordomudas que se expresan a través de la lengua de signos. No sé si ha tenido la oportunidad de tener cerca de un sordomudo hablando la lengua se signos: se arremanga, se acalora, todo el cuerpo se activa en función del esfuerzo de comunicar, de transmitir, es un ejercicio físico tremendo. Porque comunicarse es muy difícil, porque a veces no encontramos las palabras que necesitamos para decir lo que queremos, y por que en otras ocasiones las palabras se nos escapan y van más allá de del sentido que queríamos darles, y, finalmente, porque hay cosas que a todos nos cuesta mucho expresar. Creo que todo el poemario gira alrededor de esta cuestión. En los poemas de la sección lenguajes/barruntos es cierto que hablo de nuevos lenguajes (los informáticos hablan de "lenguajes de programación) y de lenguajes más viejos que todos nosotros (el código genético: qué es un lenguaje sino un código). Tenemos mil sistemas para enfrentar lo que nos rodea, y, sin embargo, hay cosas que sólo barruntamos, avizoramos y que no sabemos expresar. Barruntar en dialectal canario es "ver venir" , yo creo que estamos en un tiempo de cambio, que todos barruntamos hacia donde pueden dirigirse esos cambios, entre sombras muy oscuras y lucecitas esperanzadoras, pero que no tenemos una visión clara, vamos tanteando…y dando con incómodas preguntas, en vez de con fáciles respuestas.


F.E.A.: Detecto en el poemario una llamativa preocupación por ciertas estructuras rítmicas complejas, no basadas en versos tradicionales como el endecasílabo, que me recuerda por un lado a la poesía española prenovísima y por otro a los dos jovencísimos ganadores del Hiperión de este año, Ben Clark y David Leo García. ¿Podemos postular una recuperación de esta dimensión rítmica del verso?


D.B.: No sé, y quizás sí. Los poetas que menciona no los conozco más que de oídas, a ver si tengo la oportunidad (uno de los problemas de las islas es que la distribución editorial es penosa). Volviendo al quizás sí. Tenemos una tropa de chicos y chicas jóvenes verseando, jugando con el ritmo y las palabras, rapeando, descubriendo el juego de las palabras ¿haciendo poesía?. En la antología de jóvenes poetas latinoamericanos "ZURDOS", editada por Bartleby hace poco, descubrí a una poeta uruguaya , Lalo Barrubia, que escribe poemas que se sostienen perfectamente sobre el papel y que también pueden decirse –rapearse- igual de bien con un DJ detrás…quizás estamos en el principio de algo…

Por otro lado, hay poetas que están experimentando con la conexión poesía, oralidad y música, se me vienen a la cabeza el Circo de La Palabra Itinerante y Subdesalsur, y, si el soporte del poema vuelve a ser el aire, y no el papel, los elementos rítmicos adquieren una importancia capital.

Es curioso, porque estos experimentos nos remiten al pasado más profundo de la poesía, a la tradición oral sostenida en forma de cantos, romances, etc y al futuro: electrónica, rap… Creo que para los poetas jóvenes, los "nativos digitales" , se abre un campo de experimentación enorme.


F.E.A.: Además de estas indagaciones sobre la poesía y el lenguaje, también caben en el libro partes con poemas de amor o, más extensa, con poemas, digamos, "sociales". Yo diría que estamos ante un poemario para nada homogéneo (centrípeto), sino más bien centrífugo. ¿Me da la razón?


D.B.: Centrípeto, centrífugo…yo lo definiría como "orgánico". Los poemas surgieron sin una premeditación, sin una articulación previa, cosa que sí he hecho en otros trabajos, y mi idea era que se mezclaran y confundiesen en cierto modo dimensiones que parece que tratamos de mantener en compartimentos estancos: lo íntimo/lo social/lo político. No creo en esa estanqueidad ni en ese estancamiento. Por otra parte, creo que en sus aspectos formales, no "temáticos" (otra división que trato de no aceptar) y en su orientación, el poemario es bastante homogéneo.



F.E.A.: Hablando de centrifuguismo, he leído hace poco un informe del N.E.F. (New Economics Foundation) que declara que, en general, la vida en las islas es más satisfactoria para nuestra especie, se viven más años y se rapiña menos el medio ambiente. ¿Tiene esta insularidad, también, un efecto en la creación de poemas?


D.B.: Jé, me temo que los del NEF no estén demasiado bien informados, por lo menos en lo que se refiere a la rapiña del medio… Cualquiera que se dé una vuelta por la costa grancanaria o por Fuerteventura alucinará con las burradas que se están haciendo, con la saturación de camas, con los campos de golf en medio del desierto…y hasta bien entrados los años 70 Canarias fue territorio de emigración, la gente se iba de aquí a Venezuela porque las islas ofrecían pocas oportunidades de una vida "satisfactoria"…Me temo que con lo de la poesía es lo mismo. Siento cargarme la fantasía…Hay un cierto tópico, asumido inclusive, que presenta al insular como un ser ensimismado en su pequeño territorio y, por tanto, más dado a la poesía, como expresión de su intimidad, que a la narrativa, por ejemplo. Rechazo el tópico. Es verdad que la isla nos determina, es hogar y frontera, pero también es muelle, comercio, tráfico portuario, trapicheo, mezcla de lenguas… Y en estos tiempos nuestros de interconexión y redes estar a/isla/do es bastante difícil.


F.E.A.: Si hablábamos antes de afinidades con Sánchez Robayna en cuanto al tema de lo decible y lo poético, ahora se me ocurre que los poemas más explícitamente "sociales" han bebido de las mismas fuentes que Riechmann, Wolfe, Orihuela o Falcón. Me gusta especialmente "Star Wars", pero ¿qué ingrediente le da un sabor distinto a su receta? ¿En qué se aparta usted de ellos?


D.B.: Me va a permitir que me rebele un poquito, aprovechando tal vez este paso del Pisuerga por Valladolid, ya sé que el sentido de su pregunta no es etiquetar, pero quisiera aprovechar para decir que los etiquetados no son inocentes. Designar a un grupo de poetas como "sociales" es un ejemplo de esos etiquetados. Porque en sí misma, la etiqueta "social" no aporta nada, no es informativa. Para mí decir que un poema es "social" es lo mismo que decirme que está compuesto de letras, e indicar que un poeta es "social" es lo mismo que decirme que es un poeta con páncreas (no conozco a ninguno sin este antipático pero imprescindible órgano). Para usar las palabras de alguien no sospechoso de emboscado bolchevique, me acojo a W.H. Auden, cuando dice que "La gloria y la vergüenza de la poesía están en que su medio de expresión no es de propiedad privada, en que el poeta no puede inventar las palabras y en que las palabras del poeta no son productos naturales sino sociales, y utilizados para cumplir mil funciones diferentes" (La mano del teñidor, pg. 29,Barral 1974)

Se trata entonces de calificar como "social" toda poesía con alguna intencionalidad "política" (esa cosa tan fea, un "virus" lo llamaba un reseñista en Babelia este último sábado refiriéndose a una antología de poesía centroamericana). Bien, otra vez el Sr. Auden, todo un caballero. "En nuestra época la sola confección de una obra de arte es en sí un acto político" (op.cít. pag. 103). ¿Por qué?, porque el "arte", y la poesía más que ningún otro "arte" no se produce en el vacío, se produce en la polis. Y cada vez que el poeta habla o calla se posiciona. Y cada pieza, poema, obra, establece una relación con su entorno, lo rearticula de alguna manera. Dicho esto yo soy partidario ferviente de que cada cual escriba sobre lo que se le antoje, pero sin engañarse. Es verdad que hay muchos tipos de silencios, hay silencios cómplices y silencios surgidos del desconcierto, de la desazón, de la angustia incluso, pero creo que se les puede distinguir por el olor...

Yendo a los poetas que menciona, dejando al margen a Wolfe, cuya obra no he tratado demasiado, creo que las maneras de afrontar la escritura poética de Riechmann, Falcón y Orihuela son totalmente diferentes entre sí. Si uno los lee, es imposible confundirlos. Se trata de voces con una fuerte personalidad. Entonces yo tendría que hablar de en qué me aparto de Riechmann, en qué de Falcón y en qué de Orihuela. Y a más, en qué me diferencio del Orihuela de "Narración de la llovizna" y del de "Comiendo piedras"… porque, además, me habla de poetas que evolucionan. Para no acabar… Casi me interesa más hablar de lo que comparto con ellos que de lo que me diferencia, tal vez porque para mí la diferencia sea muy evidente. Gelman, hablando sobre poesía dice dos cosas muy interesantes: una, que el tema de la poesía es siempre al poesía misma, o, dicho de otra manera: cuando uno escribe un poema busca un tipo de expresión muy concreta y una manera de aproximarse al otro potencial distinta a un artículo de prensa o a un ensayo, es una expresión desde ese límite del lenguaje que es la poesía, y, después, y no es contradictorio con lo primero aunque lo parezca, comenta Gelman que él sólo escribe poesía sobre sus obsesiones. Yo suelo hablar de "mis trabes". Creo que con la que está cayendo a nuestro alrededor, debería haber muchos creadores, poetas, músicos, artistas multimedia, pintores, etc. (y, de hecho, los hay) obsesionados, trabados con la violencia cotidiana en que vivimos, con la explotación feroz de los seres humanos y nuestro entorno, con los conflictos armados, con la pérdida de sentidos, con el deterioro de las relaciones entre personas… Pienso que con los poetas que menciona comparto obsesiones, una mirada crítica hacia lo que nos rodea, y con algunos de ellos una amistad reciente y creciente…. Y ahora permítame volver a las etiquetas: hay poetas que se obsesionan con el descubrimiento de un pendejo blanco (traducción al castellano estándar: una cana en el vello púbico) y hacen girar toda su poesía alrededor de ese tema, y no se habla, sin embargo, de poesía pendejista o pendeja , y tal vez se debiera…

En cuanto al famoso tema de lo decible, lo inefable y tal... ok, estoy de acuerdo en que la poesía debe luchar por expresar lo indecible, lo inefable, lo imposible de expresar, lo que pasa es que para mí lo indecible es aquello que no queremos decir porque nos duele o porque no nos alcanzan las palabras, y aquello que no se dice porque se trata de volverlo invisible, y que el poema debe desvelar, dejar ver, dejar decir... Mi concepción de lo inefable no tiene nada que ver arrobamientos ante una puesta de sol o cosas así; hay dolores casi inexpresables, carencias extremadamente difíciles de explicar, hambres de las que sólo sabemos de oídas. Miradas en las que cabe todo el miedo, toda la desazón, toda la rabia...y toda la alegría también. Las miradas son verdaderamente difíciles de decir...inefables, vaya.

No sé en qué me diferencio de otros poetas. Sí creo saber en qué cuestiones me fijo: me entusiasma la potencia de la oralidad (que no es lo "conversacional"), me refiero a la potencia expresiva de ciertas formas del habla, del dialecto isleño en concreto. Le voy a dar un ejemplo que suelo usar para explicar esto: En Gran Canaria, cuando una persona está inquieta, nerviosa o asustada por algo dice que está "desalada"; es tremendo, desalada, que está sin sal, elemento básico para la vida, o sin alas, sin capacidad de moverse… me entusiasman los poetas que utilizan la historia como recurso para afrontar sus preguntas sobre el presente (Cardenal, Cisneros, Quiñones…Quiñones es un gran marginal de la poesía española) y, en los últimos tiempos me entusiasma la ciencia, y cómo sus resultados afectan (o deberían afectar) al arte en general y a la poesía en particular. Creo que seguimos escribiendo poemas como si las teorías de Einstein no se hubiesen publicado, o no se supiera nada de la física cuántica o de los desarrollos de la ciencia económica y la sociología, la ecología, la informática… cuestiones que suponen un cambio radical en la visión del universo que nos rodea y del propio ser humano y sus relaciones sociales, y no creo que eso sea correcto. No es que se trate de que el poeta deba tener un conocimiento enciclopédico imposible, sino de tener un poquito de curiosidad. De poner en cuestión nuestro ombligo…


F.E.A.: Le confieso que me ha fascinado ese concepto de "poesía pendejista" y que estoy pensando seriamente en preparar una monografía sobre el tema. Esto... ¿me daría usted alguna pista, por dónde empezar, con qué poetas concertar entrevistas?


D.B.: Siento tener que decirte que se le han adelantado. Hay una monografía sobre el tema titulado "Poesía y Poder" firmado por el colectivo Alicia Bajo Cero cuya lectura recomiendo fervientemente, y que está completo en formato pdf en la biblioteca virtual del Manual de Lecturas Rápidas Para la Supervivencia . Ahí va a encontrar pistas, nombres, ejemplos...de todo.


F.E.A.: Su blog, el estupendo "Islas en la red", supone entre otras cosas un escaparate de la actividad poética en Internet, y abunda en valiosos enlaces. Su entrega al proyecto roza la militancia a favor de la Red como ágora posmoderna y lugar de encuentro de poetas de toda procedencia. ¿Hasta qué punto cree usted que una tecnología tan reciente ha alterado un arte tan vieja?


D.B.: Lo que la Red le haga a la poesía está aun por ver. Por una parte está la red como medio, y a mí me parece que Internet es un espacio en el que la poesía pueden moverse con una ligereza, una agilidad, mucho mayor que otras artes. Porque la poesía es un arte modesto en recursos: sólo hacen falta palabras, y, en la mayor parte de los casos, no muchas. Se puede leer un poema en una pantalla, una novela es bastante más difícil. Esto sin hablar de que la Red pone en nuestras manos herramientas como los blogs, que liberan una enorme creatividad, y de la posibilidad de contacto que creo que los isleños, por nuestra situación geográfica, apreciamos especialmente.

Por otro lado está la red como herramienta: Hay gente escribiendo poemas para móviles, otros utilizando las capacidades de experimentación visual del flash o las posibilidades del hipertexto, vale que muchas de esas experiencias se queden fuegos artificiales, pero sólo experimentando se avanza, y, finalmente, está la red como "lugar" para vivir del que surgirán nuevas formas de poesía; veremos qué poesía desarrollan las generaciones nativas digitales…

Sin embargo, y pese a mi interés (mi pasión) por todo eso, pienso que el poema es de por sí, de algún modo, un objeto de alta tecnología, él solito en el aire o en un papel: es pequeño, lo que es una característica típica de las nuevas tecnologías, es "nano". Es código abierto, le recuerdo la cita de Auden, en cierto modo, al escribir poesía, "hackeas" las palabras, les das la vuelta para que digan más de lo previsto, o les das un uso alternativo, las haces decir cosas diferentes quitando aquí y poniendo allá. Y, muy importante en mi opinión: todo poema verdadero es hipertexto puro, cada palabra nos conduce a una red de enlaces, de sugerencias que están por debajo de la palabra escrita o dicha, donde el lector o escuchador puede indagar, dar vueltas, volver al poema varias veces siguiendo vínculos insospechados. Y esto puede decirse de poemas de Safo, de Char, o de Vallejo. Quizás por eso creo que la poesía encuentra en Internet un entorno tan propicio…


F.E.A.: Pero no sólo se quedan sus actividades sociales en el mundo digital, y es frecuente verlo a usted en encuentros, charlas, mesas redondas y lecturas tanto insulares como peninsulares. Háblenos un poco de ese imperio del mal, que alguna foto he visto en su blog y parece que se lo pasan pipa.


D.B.: Uy, frecuente…En los tres últimos años he participado en tres actividades "presenciales": el encuentro de poetas de Moguer, las lecturas de poemas de "La Laguna en Poesía" y el ciclo de poesía en resistencia que monta en Sevilla en colectivo "La Palabra Itinerante". De verdad que creo que estoy muy alejado de los circuitos de lecturas poéticas, presentaciones, etc… Ahora, eso sí, poquito pero bendito. El encuentro de poetas de Moguer que organiza Antonio Orihuela con la Fundación Juan Ramón Jiménez es un entorno muy singular, donde se genera una relación casi familiar entre los poetas participantes y con el pueblo que nos acoge, muy especial, La Laguna fue la casa de mi juventud y vida de estudiante y cualquier excusa para estar ahí me parece buena, y "La Laguna en poesía" es un ciclo de nivel internacional, y de "La Palabra Itinerante", qué puedo decir. Creo que ese colectivo integra voces que ya están dando que hablar, de una calidad muy alta, Miguel Angel García Argüez, David Franco, Jose María Gómez Valero, David Eloy Rodríguez, Juan Antonio Bermúdez… y, encima, resulta que son gente extraordinaria: luchadora, con iniciativa, cercana, acogedora… El ambiente de las lecturas que organizaron en Sevilla era increíble, con la que estaba cayendo, un solajero criminal y una final de copa con el Betis… con su trabajo han sido capaces de generar en Sevilla un entorno de personas que se interesan por la poesía, que escuchan, que preguntan, y se hacen partícipes. El otro día leí una entrevista a un poeta polaco, no recuerdo ahora el nombre, carajo, Zagajewski, que decía que el lector de poesía es un poeta que opta por guardar silencio… pues este colectivo con sus actividades va plantando el país de poetas, unos que se deciden a hablar y otros que callan y crean poemas en cada lectura. Eso es una tarea impagable…


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En tus caderas ensenadas
Se guarecen
Los barcos en invierno

Y tus ojos brillan
Si son mis manos
Las que buscan abrigo

Manos correlonas
Caminando el país
Buscando los valles

Fruta robada
Muérdeme
Disuélveme en tu boca

Bota el corazón a los contenedores.

5.7.06

JOSÉ MANUEL GALLARDO


José Manuel Gallardo Parga nació en Madrid en 1975, se licenció en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente continúa reelaborando su siempre pospuesta tesis doctoral sobre don Juan Benet. Trabaja como profesor de Lengua y Literatura en Madrid y ha trabajado en distintos lugares de España como profesor de Español para Extranjeros, labor que sigue haciendo algunas semanas de sus extensos veranos. Ha obtenido algunos premios literarios como el Segundo Premio en el IX Concurso de Poesía Miguel Hernández del Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Ciencias y Letras de Madrid; y segundo accésit en el VIII Concurso. Colabora con la Revista de Literatura y Cultura El coloquio de los perros donde han aparecido algunos de sus poemas, un reportaje foto-poético y entrevistas con dibujantes de cómic, aunque su primer poemario, Límites, Ayuntamiento de Talavera de la Reina, 2003, que consiguió el Accésit del Premio Joaquín Benito de Lucas 2002 es su única obra editada. Ha realizado algunos proyectos en Internet, como la desaparecida revista Athenea, y ha colaborado en distintas publicaciones literarias con estudios como La poesía última de José Hierro, Las traducciones de Verlaine por Manuel Machado o España Peregrina, una revista del exilio español en México.


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FAMOSOS EN ACCIÓN: Amigo Gallardo, siento mucha curiosidad (y envidia, por qué no) por su concepto de libro orgánico, y me gustaría que nos contara de dónde le viene, en qué consiste y por qué un libro orgánico es mejor que uno abierto.

JOSÉ MANUEL GALLARDO: ¿Libro orgánico? Es concebir el libro como una parcela mínima de explicación de algo o de alguien, una visión de un problema o de una realidad desde distintos puntos de vista complementarios. Siempre me han fascinado los libros fragmentados que cuentan una historia, que buscan un camino. A través de distintas imágenes o de distintos poemas se llega a tener la ilusión de un todo, aunque sea incompleto; además de que estos fragmentos, por separado, constituyen también la ilusión de un algo completo. Mi forma de creación me lleva inevitablemente a este tipo de libros. Cada poema surge de una idea, de una inquietud que nunca plasmo en el papel inmediatamente sino que dejo madurar meses; cuando el poema está maduro lo paso a letra escrita, pero en el proceso de creación no surge un poema sino varias visiones-versiones de la misma idea que evolucionan por separado y se hacen independientes. Es así como de una misma idea surge lentamente un libro completo, que se complementa y se contradice a sí mismo; lo que usted denomina libro orgánico

Esta preferencia viene desde mis primeras lecturas, de libros como Alegría de Hierro, y recorre la historia de mis lecturas hasta Las afueras de García Casado. Es simplemente una preferencia personal que parte del intento de dar una explicación a lo inexplicable, sabiendo de partida que será imposible, y conociendo que realmente no existe una realidad para todos sino distintas percepciones o conocimientos de algo. Además, lo aprovecho para mezclar mis distintas inquietudes e imágenes de la realidad: la física, la arquitectura, la voz femenina, la intertextualidad...
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F.E.A.: Aprovecho cualquier oportunidad para preguntarle a todo el mundo qué otras artes canaliza en su poesía. Es evidente que usted está experimentando con la simbiosis entre fotografía y poesía. ¿Hasta qué punto no es ésta una mezcla un poco arbitraria?

J.M.G.: Es una mezcla puramente arbitraria, pero que sirve para explicar, explicarme, una de las parcelas del mundo. Es quizá otro intento de realizar ese libro orgánico: la explicación de un todo con dos lenguajes no solo arbitrarios sino formal y ontológicamente diferentes. El concepto de fijación de un momento efímero en un fotograma tiene mucho que ver con la expresión de un pensamiento, concepto, sentimiento o como quiera usted llamarlo en un poema. Son dos momentos que evidentemente no vuelven a suceder, pero que se recrean cada vez que se observa la foto o se lee el poema. La fusión entre los dos, sin embargo, no la veo muy clara, aunque experimente con ella. La fotografía es un arte espacial y la poesía es temporal. No sé cómo unir esas dos facetas.

F.E.A.: ¿Tal vez el cine (o al menos cierto cine) pueda cuadrar ese círculo?

J.M.G.: Seguramente sí, ya que el cine es capaz de mezclar la palabra poética con la imagen (también poética). Creo de forma también un poco ingenua en esa imagen renacentista del artista como alguien capaz de dominar las artes y las ciencias de su tiempo y usarlas como forma expresiva sin importar su procedencia: no sé si son más importantes las obras de ingeniería de Juan Benet como la presa del Porma, sus fantásticas marinas al óleo o su producción literaria. El cine es un campo muy relacionado con la imagen fotográfica en el que no me importaría investigar, pero mi escasa cercanía a esa forma expresiva me ha demostrado que es a veces un trabajo más técnico que artístico y, sobre todo, muy poco individual, lo que actualmente no se acerca a mis intereses.

F.E.A.: En Mánchester, el poeta local Lemn Sissay es la imagen de todas las campañas publicitarias de la compañía de autobuses Stagecoach: fotos del poeta sonriente con un bonobús en la mano adornan los vehículos, y sus poemas se exhiben en paneles dentro de los mismos. ¿Le parece esto una aberración, una contaminación o una mercantilización de la palabra poética, o se ha presentado usted ya a algún cásting?

J.M.G.: “La palabra poética”... Habría que preguntarse si en Manchester, además de Lemn Sissay, sobreviven el resto de poetas con los cuantiosos beneficios producidos por sus libros. Todo lo que sirva de difusión es lícito si el autor lo quiere; que sirva para vender imagen o para vender poesía es lo que no tengo tan claro. Un poeta, de todas formas, no es un ermitaño y la experiencia vital y el bagaje cultural hacen variar mucho los valores personales. Venderse a la publicidad o venderse a un puesto de trabajo viene a ser lo mismo, lo importante es si Lemn Sissay tiene ahora más dinero o tiempo libre para crear o no crear literatura y si esa literatura es válida para sus lectores.

F.E.A.: Es una opinión razonablemente extendida la idea de que otra de sus pasiones, la música rock, no es más que la lírica popular de nuestro tiempo, opuesta a la escrita o culta. ¿Cómo ve usted el contacto entre los dos ámbitos en nuestro contexto? ¿Y en su obra?

J.M.G.: El rock, el tecno, el pop o cualquier otro tipo de música actual es evidentemente popular; y si nos adentramos en la letra de las canciones esto se hace más evidente: las letras de rock acaban expresando historias cotidianas, ideas convencionales y retórica popular. Sin embargo, no es algo que vaya en contra de la lírica culta, sino que la complementa; la lírica popular es la base de nuestro conocimiento del mundo, de las ideas preconcebidas de amor, deseo, humor, relaciones humanas, etc. Y, curiosamente, son ideas similares en todas las culturas. La poesía culta, por más que quiera, no se aleja de estas ideas base del individuo: la soledad, la nostalgia, el desamor, el lenguaje...el único cambio entre una expresión y otra es básicamente retórico.

Hace tiempo, tras interesarme por la lírica tradicional, escribí un conjunto de 22 canciones a imitación de la lírica popular medieval española, con la misma concepción del mundo y el mismo estilo; creo que los temas que trataba en esas brevísimas canciones y villancicos no difieren en lo fundamental de otro tipo de poesía. Es cierto que la llamada lírica culta tiende a hacerse más sutil, pero quizá pierda la frescura y la fuerza de lo evidente que tiene lo popular, y la fuerza del rock, pese a la baja calidad que tienen muchas veces los textos de las canciones, es innegable.

F.E.A.: No me gustaría olvidarme de hacerle hablar de Benet. ¿Cuál es la primera lección aprendida en él que intenta usted aplicarse al agarrar el bolígrafo?

J.M.G.: Benet es para mí sinónimo de literatura, mejor, de Literatura. La primera vez que tuve un cuento de Benet entre mis manos (recuerdo que fue el maravilloso Una tumba) disfruté. Y eso no es fácil con mi formación de filólogo, ya que la cantidad de lecturas hacen cada vez más difícil (no sé si esto les sucede también a ustedes) el disfrute de la literatura. Actualmente la mayoría de lo que leo se me cae de las manos. Pero aquí está Benet para salvarme.

Creo que la literatura no tiene otro objetivo que ella en sí misma, sin buscar ninguna funcionalidad, al igual que cuando estamos de cañas con los amigos e iniciamos una conversación no buscamos ansiosamente la cerveza, ni la adquisición de nueva información (maldita Teoría de la Comunicación). El disfrute directo, sin finalidad, completamente absurdo e infantil, eso me aporta Benet.

Luego está, por supuesto, la intención de que todo lo expresado sea un laberinto incoherente y más o menos casual, y que la explicación del mundo que da la literatura no es general ni válida, sino particular y momentánea.

De mi pasión por el Estilo Literario de Benet y por la sintaxis, compréndame, prefiero no hablar, es demasiado complejo para unas pocas líneas.

F.E.A.: Es usted una de las personas más andariegas que conozco. No creo que haya provincia en esta península que no lo haya tenido a usted tomándose unas cañas en alguna ocasión. ¿Recuerda que algunos poetas griegos de la Antología se quejaban de ser heimatlós o nómadas, que añoraban echar raíces? ¿Se escribe mejor en el sillón del abuelo, o en las estaciones de servicio?

J.M.G.: Uno de los últimos poemas que he escrito se titula precisamente “La respuesta es el camino”; y es que disfruto del viaje como forma de crecimiento personal y como forma de conocer a los demás. Intento buscar en cada lugar los pequeños matices, las minúsculas diferencias que para mí son esenciales para distinguirlos: el nombre diferente de determinada comida, la forma del suelo de las calles, la constitución de la fachada de los edificios, el color del cielo... y dejar de viajar sería como una mutilación. Viajar, de todas formas, no significa no echar raíces, para ser nómada se ha tenido que empezar el camino desde algún lugar, al que muchas veces deseamos volver. Mis raíces se las debo a unos pocos lugares donde he vivido, y donde pretendo seguir viviendo.

Para escribir, sin duda, lo mejor es el papel, en mi caso papel ya usado. Pintar en los sillones o en las puertas de los lavabos de las estaciones de servicio es más propio de vándalos. La experiencia del viaje para mí es necesaria, incluso si el viaje no es espacial, pero mi forma de creación tiene poco que ver con mirar un atardecer y esperar sentado a que aparezca ese famoso primer verso. El poema se va formando poco a poco, ya sea en la cola del super del barrio o perdido entre los edificios nocturnos de Sarajevo.

F.E.A.: Lamento, pero no mucho, salirle con otra de mis recién descubiertas obsesiones: ¿qué haría usted con una beca de creación literaria? ¿crear literatura? ¿o hacer viajes?

J.M.G.: Recuerdo una anécdota que citaba Borges sobre un joven escritor que pedía financiación para viajar y así escribir una novela, y cómo él le respondía que eso mostraba su incapacidad para escribir. Sin duda la beca la utilizaría para viajar ¿quién es tan iluso que piensa que solo se va a empezar a crear a partir de una dotación económica? ¿dejaría usted de escribir si no le concediesen esa beca? Y, sobre todo: ¿quién es el inepto que daría una beca a un poeta? ¿nos hemos vuelto locos?

F.E.A.: Deduzco que no cree usted en la profesionalización de la poesía ¿o yerro?

J.M.G.: Creo que las creaciones artísticas no deben estar forzadas por los rígidos esquemas de una producción basada en intereses económicos. Una de las profesiones o vocaciones que más admiro como es la arquitectura cambia enormemente de ser entendida como una fuente de enormes ingresos (aún más en estos momentos en nuestro país) a ser entendida como una vocación. Hay quien elige ser arquitecto por los futuros beneficios económicos (o gracias a ellos) y hay quien cree en el arte de crear edificios. La ventaja de la poesía es que nunca se elige como salida laboral ni como fuente de futuros ingresos o estabilidad económica, la poesía viene dada sin tomar en cuenta la profesión; un escritor puede ser poeta profesional, pero en principio se acerca al hecho poético como elección personal, de ahí la escasa importancia que le doy a las becas de creación literaria.

F.E.A.: Para acabar, una pequeña duda que me surgió el verano pasado: ¿puede y debe un poeta ir por la calle con una gorra de Fernando Alonso? ¿sólo puede? ¿sólo debe? ¿o ninguna de las anteriores es correcta?

J.M.G.: Que pueda, está más que demostrado; el verbo deber, sin embargo... Quizá haya que volver a hablar de rock y de lírica popular: ¿son los poetas unos señores alelados con gafas que pasean por los parques oliendo las flores y saludando a las estatuas? Evidentemente un poeta culturalista vestirá de Gaultier, mientras que un poeta de la experiencia lo hará con ropa de Zara y uno del lumpen con camisetas de Metallica; la pena es que Alonso no corra con Ferrari, me encanta el color rojo de esa modesta empresa italiana.


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