2.6.06

ÁNGEL GÓMEZ ESPADA

Ayudante de dirección de la afamada Revista de Cultura « EL COLOQUIO DE LOS PERROS » y responsable del reputado blog « RUA DOS ANJOS PRETOS ». Nacido en Murcia, el año en el que cuatro de los mejores soldados norteamericanos fueron juzgados por un delito que jamás cometieron. Precoz astronauta y eterno defensa central del Real Madrid de los ochenta, hasta que probara por primera vez la cerveza.
Uno de los últimos licenciados españoles en Filosofía y Letras. Hace unos años fue considerado como una de las jóvenes promesas de la literatura murciana. Intentó digerir tanta responsabilidad publicando tres microcuentos y un par de poemas en la prensa local. Pero el juego se tropezó en su vida y se vio obligado a emigrar.
Actualmente intenta rehacer su vida.
Cuando se encuentra nostálgico se pasea con bufanda y paraguas por las librerías de viejo con el objeto de encontrar ejemplares de Mediodía en la otra orilla y Anales de la casa subterránea, sus únicos libros publicados hasta la fecha.
La última vez que se le pudo contemplar dando gracias a la vida fue por las calles de la Alfama lisboeta. Iba de la mano de una sonrisa parlante que encontró en los alrededores de París.
Una de sus manías mas arraigadas es conversar con las palomas y echarle migas de pan a las babosas.
Se dice que tiene gustos musicales, pero nos negamos a reproducirlos aquí.
Sus escritores favoritos han dejado de hablarle, casi siempre por problemas de dinero.
Entre los posters que han poblado sus diferentes habitaciones se encuentran los de la primera saga de Stars War, los de la mítica serie V que regalaba el Tele-Indiscreta, uno a tamaño real de la Madonna de Who’s that girl, el Ché Guevara, Beethoven, John Lennon, Bob Dylan, y unas réplicas de Camille Pisarro y Van Gogh robadas del Museo Thyssen de Madrid.

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FAMOSOS EN ACCIÓN: Siempre que pienso en usted (como poeta, se entiende) me viene a la cabeza una cita suya: Bienaventurados los que hacen la guerra desde el cielo / Porque de ellos será el reino de los muertos". ¿De dónde vienen unos versos como éstos? ¿Del interior, del exterior, del mercado negro, de la prensa y la televisión? ¿Son el fruto de un mes de pulido y abrillantado, o aparecieron ya hechos?


ÁNGEL GÓMEZ ESPADA: Ese poema, “recortes de periódico”, viene, efectivamente, de la lectura entusiasta que hacía uno en aquella época de los periódicos, cuando aún pensaba que decían cosas verdaderas. Nada de lo que dicen los periódicos es verdadero. Mienten hasta en los nombres de los pobres lugareños que han ganado el concurso de cartas de amor de su amado pueblo. Todo parece una pantomima ahora en ellos. Han perdido el Norte y cada vez están más al Oeste de la noticia exacta.
Y de aquel poemario donde iban incluidos, que ahora parece prehistórico, dejaría algunas cosas, pero expurgaría y excomulgaría muchas otras. Quizá esos versos prevalezcan. Hubiera desparasitado mucho más de haber podido, pero la juventud es impaciente, siempre. Y piensan que poseen la verdad. Ayer comprendí que ya era viejo. Hoy lo he sentido en mis rodillas. Pero mis versos quizá sigan siendo impacientes.
Y, por lo demás, siempre intento pulir antes que abrillantar.


F.E.A.: Últimamente, a uno y otro lado de esa Calle de los ángeles negros que es la poesía española contemporánea, se elevan piras funerarias para quemar cadáveres de poetas de la experiencia, y hasta en medios tan profanos como El Semanal de El País (28/V) se puede leer que la poesía en boga es de corte visionario. ¿Podemos indultar a alguien? ¿Le parece a usted válida la lección de alguno de ellos?


A.G.E.: La lección más válida que podemos hacer de la tan manida y cacareada “poesía de la experiencia” es que fue absolutamente necesaria para despojar a los ochenta en la poesía de todos los males que la sociedad española de los últimos años franquistas padecía. Se dice que fue la que prevaleció entre las otras tendencias más minimalistas o puristas, según fuera el caso. No estoy yo demasiado de acuerdo con eso, pero no vamos a entrar aquí en profundas tesis doctorales.
La poesía de la experiencia sigue siendo hoy válida desde mi punto de vista. Los jóvenes no hacen otra cosa que contar su experiencia. El resultado diferencial es que los de ahora pasan más tiempo en una realidad completamente nueva, que en los ochenta o principios de los noventa no se daba y era impensable. La experiencia ahora está en la red y en la televisión y ellos hacen los dioses y los marcos referenciales. Ahora la televisión se apoya en Internet y la magnifica. Se nutre de ella. Cada día exponen personajes que son olvidados al instante y que se idolatran no por ser diferentes, sino por ser imbéciles y no tener el más mínimo sentido del ridículo. Uno puede entrar en el libro Guiness por sus propios logros, como el caso de cualquier deportista, dopado o no, o puede entrar por hacer una estupidez en grado superlativo.
Creo que los poetas de la experiencia se nutrían de otras cosas, más reales, más sociales. Socializaron la poesía y le quitaron casi todos sus elementos de bisutería.
Todos los que podemos mencionar de aquella nómina de buenas a primeras son los verdaderamente válidos. No creo que a un grupo de personas le salga el nombre de Juana Castro o el de Javier Salvago (poetas interesantes, que no se dude) antes que el de Luis García Montero o Luis Alberto de Cuenca.


F.E.A.: Perdóneme que abunde en este tema pero me parece percibir que la quema de brujas se extiende también a las influencias confesas del grupo, desde Garcilaso hasta Jaime Gil de Biedma, pasando por Campoamor, Yeats, Auden, Pessoa o Cernuda. ¿Ha vendido usted últimamente libros de estos autores en los saldos? ¿O no piensa quitarlos de la mesilla de noche?


A.G.E.: Renunciar a la nómina de poetas que usted menciona es renunciar a la Poesía en mayúsculas. Hay pocos poetas excepcionales por ahí, pululando por los cementerios.
Si se los quitamos como fuente de lectura al que se acerca a la poesía, no le estaremos
haciendo ningún favor, antes al contrario. A estas alturas de la película, renunciar a Auden (del que recientemente traduje un par de poemas para “El coloquio de los perros”, gracias por la pausa para la publicidad) o a Pessoa es como abandonar a un animal doméstico en una autopista. Renunciar a leer buena poesía es algo que no
entra en mi plan de pensiones, lo lamento. Ya tuve bastante en la época universitaria y en aquélla en la que me quise hacer con todo lo contemporáneo.
El hacer una quema de brujas de los maestros de los poetas de la experiencia por el hecho de no querer ser como ellos, sus antagonistas, me parece una barrabasada. Es como no comer más chocolate porque en una heladería no te gustó el batido de chocolate que te tomaste. Como renunciar al tequila por una resaca del quince. Ellos no tienen la culpa, y tampoco lo harían.
Además, releyendo a Pessoa, Cernuda, Gil de Biedma o Garcilaso a más de uno se le quitaría la tontería que lleva encima.

F.E.A.: Estará de acuerdo conmigo en que la práctica de la poesía tiene infinitas recompensas pero, indudablemente, ciertos inconvenientes. Hábleme del peor de todos.


A.G.E.: Los inconvenientes de la poesía son infinitos. Desde el mismo hecho de encontrar pareja hasta que terminas rodeándote de gente con la que no tienes nada en común, si exceptuamos ciertas lecturas y esa pasión por citar a los británicos en su idioma original.
El peor de todos. Las horas de sueño que te quita. No. Peor aún. La cara de tonto que pones cuando obligas a un amigo a leer tu último poema y esperas su benigna compasión cuando le oyes: “Estoy alucinadito, Ángel. Es de lo mejorcito que has escrito últimamente”.


F.E.A.: Ya constituye un lugar común señalar que su profesión (jefe de mesa de ruleta francesa en un casino) tiene un cierto aroma literario. Estoy pensando en Dostoievski, para quien el juego era algo más que una excusa para asomarse a sus rusos universales, y en Charles Bukowski. ¿Le empuja su profesión hacia la novela decimonónica? ¿O hacia la poesía beat? ¿Le mueve en alguna dirección?


A.G.E.: Mi profesión poco tiene de poética o literaria. Da mucho juego, eso sí. Sin embargo, es la que me devuelve a la realidad todos los días y quizá por ello tengo que tirar de la literatura más que nunca. Pero soy afortunado, pues trabajo poco y no pagan muy mal, para como está la cosa. Cierto es que en mis primeros días emulaba en mi imaginación a Paul Auster, pero los clientes de un casino son lo menos literario del mundo.
Por lo tanto, cada día diferencio más la vida del casino con mi otra vida, la de escritor, puesto que no son nada compatibles. Y hacer versos con par y pasa no me parece nada atractivo. Aunque nunca se puede decir que estos cuernos no son míos, no sé si me entiende.


F.E.A.: He leído hace poco en un blog inglés que el sueldo óptimo para un escritor es de 25.000 libras al año. ¿Se atreve usted a darme un presupuesto? Por si oigo hablar de alguna beca de creación y lo puedo recomendar, digo.


A.G.E.: El óptimo no lo sé, pero es cojonudo. Ahora, eso sí, si ya hay demasiados escritores, si somos más que corresponsales aguardando en la casa de algún famoso agonizante, imagínese qué sería de la vieja Europa si esa cantidad de dinero se institucionalizara. Eso sí que sería un sueldo nescafé. Todo el mundo se apuntaría al carro. Y motivos no le faltarían.
Creo que el que escribió eso en el blog es demasiado estúpido para afrontar la realidad de que, al menos él, nunca cobrará 25000 al año. Excepto honrosas excepciones, queda científicamente demostrado que el escritor que puede vivir de su profesión, de su trabajo literario, poco a poco se va quedando sin ideas propias. Como los políticos, cada vez más huyen del mundo que les rodea. Terminan citando a otros, de manera encubierta o manifiesta, o repitiéndose, lo que no es menos lamentable.


F.E.A.: ¿Interpreto que renunciaría usted a una beca de creación literaria y a un contrato con una editorial? Ándese con ojo al responder que luego todo queda escrito y todo se sabe, como decía Lucas Yerbabuena.


A.G.E.: Lo de las becas está imposible. Es que no encajo en ningún perfil con eso de que no soy ni andaluz, ni extremeño ni he sido publicado por algún García. Pero no me quejo. No doy el perfil y punto. Si hay alguien que después de leer esto me ofrece una, prometo limpiarme los lamparones en lavanderías chinas sin dejar rastro ni facturas.
Con respecto a lo de la editorial, ya me vendí a una de las más minoritarias del mundo y por el módico precio de cero pesetas, que me dolió mucho, porque lo ponían en mayúsculas. Así que no puedo decir que renuncie. De hecho lo estoy intentando.


F.E.A.: Ya que han salido los blogs, que esto es un blog y que usted escribe un blog, ¿qué le parece el medio, para difundir la poesía?


A.G.E.: El blog como medio de difusión es especial. Bueno y no tan bueno. La gente confunde la bitácora con el aturdir a los demás con sus escritos. Conforme voy adentrándome en ese novedoso mundo cada vez es más manifiesto que muchos usan el blog como medio de publicidad de sí mismos, no como un foro de lo cotidiano, que eso es la arquitectura básica del blog, creo yo. Un foro de lo cotidiano. Hay que saber hacer un buen cocktail con todo eso. Importante es comprender también que un blog sirve para difundir muchas cosas, no sólo literatura. Pero creo que el acceso a la poesía a través de la ciber-bitácora siempre es positivo, pues en pleno siglo XXI, que se visualiza como un siglo mucho más oscuro para la humanidad que los dos anteriores, todo lo que sea difundir la poesía es bueno para abrir puertas de esperanza.


F.E.A.: He visto algún poema nuevo suyo rodando suelto por ahí. ¿Pertenece a un proyecto firme de libro? ¿Toca usted palos nuevos?


A.G.E.: Pues teniendo en cuenta que sólo tengo publicado un poemario, “Mediodía en la otra orilla”, es normal que todo le parezca nuevo. Creo que se refiere a “La cena de los idiotas”, que apareció recientemente en el blog “Huella indeleble”.
En principio, tengo concluso “Los vértices del cielo”, que estoy promocionando en editoriales y concursos con unos jurados severísimos, por lo que se ve. Y estoy dando los retoques perezosos y finales para otros dos, de los que no diré el nombre para no quitarme premios de encima, que siempre vienen bien para las vacaciones. Ya conoce usted mi afición a viajar.


F.E.A.: Bueno, no olvide que he tenido acceso a mucho material inédito suyo. Para terminar, cuénteme qué hay en "Los vértices del cielo" que no había en "Año de cuatro inviernos", por ejemplo. Es decir, ¿qué hay de nuevo, viejo?


A.G.E.: “Los vértices del cielo” poco o nada tienen que ver con ese poemario del que hablas, que hoy ya sólo persiste porque me cuesta mucho desprenderme de mis tonterías. Es un libro más maduro, creo yo y con poemas que pueden resumir una etapa de una vida que nunca viví, de los deseos de habitar en otras partes y en otros mundos, aunque siempre supe que no se iban a dar. Hubo una época que tuve una pequeña oportunidad, pero se esfumó. Es un homenaje a una ciudad a la que amo y a la ciudad que se ha convertido para mí, con todos los mitos personales y todos los momentos importantes.
Es un poemario que me parece interesante, pero le falta un empujoncito, que no sé de dónde vendrá. Pero los dioses proveerán. Si lo hicieron con “Mediodía en la otra orilla”, por qué no con éste.

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EL BAÑO DE ULISES

hemos acabado con sus hijos

hemos violado a sus mujeres
de la belleza hicimos ruinas

de la memoria nostalgia.

no hemos dejado ni testigos

de todo cuanto he visto

sé que esta noche de sangre sin descanso

me acompañará hasta mi último suspiro

que caiga la soledad sobre nosotros

usurpadores somos

que nada recuerde Troya gritó incluso Néstor

pagaremos caro la osadía

vagaremos sólo para lamentarnos

mientras viva nuestra memoria

las llamas de Troya siempre viva

sirva de ejemplo

y ruego a los dioses

para que nuestros hijos no nos imiten



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