28.6.06

MARTA ZAFRILLA DÍAZ


Nací en Abril de 1982 en Murcia, aunque tengo alma altiplana (soy la única de la saga que no ha nacido en Yecla). Soy licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad de Murcia, (año 2004, creo). Me especialicé con cursicos del INEM de más 600 horas cada uno en diseño gráfico y marketing. Actualmente curso un programa de doctorado de Comunicación en la misma universidad, gracias al cual estoy de Erasmus en Porto cuatro mesecillos. Aquí hago mi trabajo de "insuficiencia" investigadora sobre promoción turística. También hago Antropología Social por la UNED, aunque sólo me presenté a un par de asignaturas en enero. Antes de venirme a Portugal trabajaba en una editorial jurídica maquetando códigos y libros de antropología, y espero volver ahí.


PREMIOS (todos muy rateros, pero buena gente)


- Primer premio en el concurso de poesía del Instituto Saavedra Fajardo 2000.

- Segunda mención de honor en el Certamen Internacional de "La Poesía y el Mar 2000", de la Biblioteca Popular de Montehermoso, Argentina.

- Mención de honor en el concurso "Ciudad de Getafe 2001" en la sección de poesía.

- Segundo premio en el II Certamen Literario AJEM 2001 por el cuento "El caído".

- Finalista del Premio Ciudad de Alcorcón 2004

- Accésit modalidad poesía en el Murciajoven 2005 por "El suicidio de os relojes"


PUBLICACIONES (todas colectivas salvo T.S.)


- Certamen Literario Ciudad de Getafe 2001, Ayuntamiento de Getafe.

- Publicación de poemas en el Faro de Yecla (2000-2001).

- "No nos sobran poetas", en el magazine de AJEM, 2001.

- Participación en el libro "El amor y la memoria", III Ciclo de poesía y prosa temáticas, Alicante-Murcia 2002-2003.

- Antología "X Rincón de poesía", coordinada por Paquita Martínez Merinos, Las Palas, 2003.

- Antología "Poemario de mujeres de Murcia, selección de José Antonio Aliaga, del I.S.E. Alquibla, 2003.

- Participación en la sección Índice de la Revista del Aula de Poesía "Dáctilo" en su número 3, Noviembre de 2003.

- Publicación del cuento "El caído" en Gaudeamus, revista de Literatura y Lingüística, Universidad Autónoma de México, 2004.

- "Toma sostenida", Editora Regional de Murcia, 2005.

- Murciajoven 2005, "El suicidio de los relojes"


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FAMOSOS EN ACCIÓN: Amiga Zafrilla, una de las cosas que más me ha llamado la atención en "Toma sostenida" es precisamente la calidad de la toma sostenida: los buenos resultados que le ha dado una introspección tan directa, en los tiempos que corren. Se me hace inevitable preguntarle cuál es la distancia entre usted y el usted sub dos que habla en el poemario, es decir: qué tiene usted que ver con ésa.


MARTA ZAFRILLA: Bueno, le agradezco los elogios que me hace (me da a mí que le debo una cerveza). Le diré que sí que hay al menos dos voces distintas en este poemario. Una estaría contenida en aquellos textos que exponen más mis desgarros (como podría ser el caso de "La cicatriz de y veinte"); y otra, más distante podríamos decir, en la que me acerco a dolores ajenos e historias ajenas (como ocurre en "Salón de baile"). Me gusta ir combinando esas dos voces, esas dos facetas de mí misma, esas dos máscaras (exterior e interior) con las que todo creador se ve impulsado a jugar.


F.E.A.: Desde principios del XX sabemos que una de las funciones de la poesía es
precisamente el autoanálisis. ¿Cree usted en otras funciones?


M.Z.: Para mí la poesía es esencialmente un pasatiempo y un pasa-tiempo. Es decir, por un lado es una forma de distraer las horas; por el otro (más trascendente) es una crónica del tiempo que pasa, generalmente por encima de nosotros y avasallándonos. Decía Jorge Guillén que no se puede jugar y juzgar a la vez. Yo creo que sí. Se puede decir que la poesía de verdad, la poesía desgarrada, nacida de lo hondo, puede ser lúcida y lúdica al mismo tiempo. Pero, ante todo, yo considero que mi poesía es una especie de psiquiatra de bolsillo, un manual de autoayuda nacido de dentro, un salvavidas emocional sin el que, a veces, no sabría vivir.


F.E.A.: "Toma sostenida" se publicó en la Editora Regional de Murcia. ¿Por qué
los poetas murcianos no salen nunca por la tele?


M.Z.: Pues yo creo que porque somos poco excéntricos. Geográficamente sí que somos la pura periferia, la excentricidad absoluta (en sentido etimológico); pero luego vamos por la vida comportándonos como si fuéramos empleados de banca, muy serios y muy formales. Y así no hay forma de medrar. Cuando Fernando Arrabal se tiñe la barba de azul sale más en televisión; y cuando Fernando Sánchez Dragó disfrazado de gurú vestido en Chanel, pues lo mismo. En líneas generales, yo creo que el asunto va por ahí, aunque también, ahora que lo pienso, puede que el motivo sea que somos demasiado guapos, y que eso fomenta envidias entre los poetas de otras regiones. Quizá por ahí vayan también los tiros, ¿no le parece?


F.E.A.: Guapos no sé si son, ustedes, pero, si hemos de hacerle caso a Astrud, lo que sí son es malos. ¿Por qué dicen estas cosas tan feas, estos chicos?


M.Z.: ¿Y quién es Astrud? Lo digo porque lo he buscado en mi enciclopedia y no aparece por ningún sitio. Deme usted más pistas, por Dios, no me haga quedar mal con el público. Espero sólo que no sea poeta, y sí algún grupo popi, porque si no vaya autoridad que se busca.


F.E.A.: En un viaje a Albacete en 2000 pude comprobar cómo coexistían en esa
ciudad varios grupos literarios rivales, cada uno con revista y circuito de
cafeterías para recitales propios. ¿Hay alguna comunidad parecida en Murcia,
o por aquí somos más de guisárnoslo solos?


M.Z.: En realidad, yo no podría decirle si hay grupos o no. Creo que somos muchos, malos y desorientados; no sabríamos escoger un solo bar para juntarnos, la verdad. En Yecla conozco al Círculo Poético, con actividades regulares pero más que tratarse de un grupo de creadores, resulta una iniciativa para promover el reconocimiento de la poesía. ¡Y salen por la tele! Teleyecla retransmite casi todas sus lecturas y gracias a ese carácter espectacular y la facilidad de verlos desde casa permiten ser seguidos por mucha gente.


F.E.A.: Desde ciertos foros se postula un fracaso en el sistema críticoliterario
universitario español, así como en el reseñismo de los suplementos
culturales nacionales, a la hora de analizar las diversas poéticas de la
posmodernidad. La animo desde aquí a dedicar unas líneas a echar tierra
sobre esa gente tan bien pagada y tan mal informada.


M.Z.:Huy, los críticos literarios nacionales. Menudo tema. Le diré que, en general, me mantengo al margen de sus opiniones. Los leo (muy esporádicamente) como quien visita un museo de Historia Natural: por curiosidad zoológica. Poco más. Pero también le diré que encuentro tres subespecies especialmente perversas entre ellos. Los primeros serían los "críticos literatos", que son los que te explican cómo tienes que escribir tú tus propias obras; los segundos son los "cítricos literarios", que gozan destilando acidez e inoculando maldades en los pobres escritores reseñados; y los terceros serían los "crípticos literarios", aquellos que se aplican metódica y denodadamente a la tarea de que nadie entienda lo que escriben. ¿Usted cree que gente así merece que se le preste atención? Por lo menos ayudan a estar al tanto de las novedades, poco más.


F.E.A.: ¿Qué rumbo está tomando tras "Toma sostenida"? ¿En qué proyecto anda
metida y en qué será diferente?


M.Z.: No suele planificar mis escritos futuros, y me cuesta dirigirme hacia proyectos concretos. Aunque puedo nombrar cómo recientemente conseguí ponerle fin a un conjunto de poemas con una temática común, el insomnio. Nunca antes había reducido a un tema mis escritos, quizá por esa ausencia de proyección que logro con mi poesía. El título de este poemario es "El suicidio de los relojes" y podrá leerse en la publicación del último MurciaJoven. Desde ese poemario apenas he escrito poesía.


F.E.A.: ¿Dónde se ven dentro de 10 años, su poesía y usted?


M.Z.: Pues me veo explotada en alguna agencia y preparando oposiciones. En relación a la poesía, creo que conseguiré por fin algo de madurez, aunque manteniendo esa juventud que ayuda a abrir caminos propios. Quisiera mantener intactas mi curiosidad, mi inquietud, mis ganas de roturar nuevos retos. Lo que no sé es si esa tendencia cristalizará en muchos o pocos poemas. No lo puedo predecir. Siempre hay épocas de sequía.


F.E.A.: Se diría que su producción no responde a un plan concreto y que en su caso la reflexión metapoética es muy a posteriori de sus poemas. ¿O yerro?


M.Z.: No, no yerra usted. Afortunadamente, es así. ¿Qué poeta sensato es capaz de reflexionar metapoéticamente sobre su obra a priori? Todo lo que cuenta Allan Poe sobre su poema "El cuervo" está bien, pero tiene trampa porque son reflexiones a posteriori. El único que intentó concebir a priori las directrices de su poesía fue el tontarra aquél del que se reía Borges en El Aleph. Y así le iba, claro.


F.E.A.: Introdúzcanos a todos en su dormitorio: ¿qué libros tiene en su mesilla
de noche en este momento?


M.Z.: La mayoría son libros de poesía y están en portugués (he estado unos meses viviendo en Oporto y revisando y estudiando su cultura). La mayoría son libritos comprados en la Travessa de Cedofeita, en una librería de las buenas, adonde no puedes entrar sin estornudar y en donde no puedes girarte bruscamente porque tiras una pila de libros. Veamos, empecemos por la prosa; tengo una gramática portuguesa de 1933, "Ensaio sobre a Cegueira", "Bichos" de Miguel Torga… Tengo también la publicación del MurciaJoven´05, que me traje calentito en mi última visita a casa, y el número 3 de la revista "Hache". Buen material, ¿no le parece

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Es martes de horóscopo marchito

y resuena en los portales

el color crujiente de la desesperanza.


Distraigo con pasos de hojalata

la cantinela del desprecio.


Desde cada constelación vacía

cae una canción sobre la espalda del mundo.


Me abrasa

la sospecha del aire.


Calibrando el abismo

remiendo las caricias de la muerte.



2.6.06

ÁNGEL GÓMEZ ESPADA

Ayudante de dirección de la afamada Revista de Cultura « EL COLOQUIO DE LOS PERROS » y responsable del reputado blog « RUA DOS ANJOS PRETOS ». Nacido en Murcia, el año en el que cuatro de los mejores soldados norteamericanos fueron juzgados por un delito que jamás cometieron. Precoz astronauta y eterno defensa central del Real Madrid de los ochenta, hasta que probara por primera vez la cerveza.
Uno de los últimos licenciados españoles en Filosofía y Letras. Hace unos años fue considerado como una de las jóvenes promesas de la literatura murciana. Intentó digerir tanta responsabilidad publicando tres microcuentos y un par de poemas en la prensa local. Pero el juego se tropezó en su vida y se vio obligado a emigrar.
Actualmente intenta rehacer su vida.
Cuando se encuentra nostálgico se pasea con bufanda y paraguas por las librerías de viejo con el objeto de encontrar ejemplares de Mediodía en la otra orilla y Anales de la casa subterránea, sus únicos libros publicados hasta la fecha.
La última vez que se le pudo contemplar dando gracias a la vida fue por las calles de la Alfama lisboeta. Iba de la mano de una sonrisa parlante que encontró en los alrededores de París.
Una de sus manías mas arraigadas es conversar con las palomas y echarle migas de pan a las babosas.
Se dice que tiene gustos musicales, pero nos negamos a reproducirlos aquí.
Sus escritores favoritos han dejado de hablarle, casi siempre por problemas de dinero.
Entre los posters que han poblado sus diferentes habitaciones se encuentran los de la primera saga de Stars War, los de la mítica serie V que regalaba el Tele-Indiscreta, uno a tamaño real de la Madonna de Who’s that girl, el Ché Guevara, Beethoven, John Lennon, Bob Dylan, y unas réplicas de Camille Pisarro y Van Gogh robadas del Museo Thyssen de Madrid.

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FAMOSOS EN ACCIÓN: Siempre que pienso en usted (como poeta, se entiende) me viene a la cabeza una cita suya: Bienaventurados los que hacen la guerra desde el cielo / Porque de ellos será el reino de los muertos". ¿De dónde vienen unos versos como éstos? ¿Del interior, del exterior, del mercado negro, de la prensa y la televisión? ¿Son el fruto de un mes de pulido y abrillantado, o aparecieron ya hechos?


ÁNGEL GÓMEZ ESPADA: Ese poema, “recortes de periódico”, viene, efectivamente, de la lectura entusiasta que hacía uno en aquella época de los periódicos, cuando aún pensaba que decían cosas verdaderas. Nada de lo que dicen los periódicos es verdadero. Mienten hasta en los nombres de los pobres lugareños que han ganado el concurso de cartas de amor de su amado pueblo. Todo parece una pantomima ahora en ellos. Han perdido el Norte y cada vez están más al Oeste de la noticia exacta.
Y de aquel poemario donde iban incluidos, que ahora parece prehistórico, dejaría algunas cosas, pero expurgaría y excomulgaría muchas otras. Quizá esos versos prevalezcan. Hubiera desparasitado mucho más de haber podido, pero la juventud es impaciente, siempre. Y piensan que poseen la verdad. Ayer comprendí que ya era viejo. Hoy lo he sentido en mis rodillas. Pero mis versos quizá sigan siendo impacientes.
Y, por lo demás, siempre intento pulir antes que abrillantar.


F.E.A.: Últimamente, a uno y otro lado de esa Calle de los ángeles negros que es la poesía española contemporánea, se elevan piras funerarias para quemar cadáveres de poetas de la experiencia, y hasta en medios tan profanos como El Semanal de El País (28/V) se puede leer que la poesía en boga es de corte visionario. ¿Podemos indultar a alguien? ¿Le parece a usted válida la lección de alguno de ellos?


A.G.E.: La lección más válida que podemos hacer de la tan manida y cacareada “poesía de la experiencia” es que fue absolutamente necesaria para despojar a los ochenta en la poesía de todos los males que la sociedad española de los últimos años franquistas padecía. Se dice que fue la que prevaleció entre las otras tendencias más minimalistas o puristas, según fuera el caso. No estoy yo demasiado de acuerdo con eso, pero no vamos a entrar aquí en profundas tesis doctorales.
La poesía de la experiencia sigue siendo hoy válida desde mi punto de vista. Los jóvenes no hacen otra cosa que contar su experiencia. El resultado diferencial es que los de ahora pasan más tiempo en una realidad completamente nueva, que en los ochenta o principios de los noventa no se daba y era impensable. La experiencia ahora está en la red y en la televisión y ellos hacen los dioses y los marcos referenciales. Ahora la televisión se apoya en Internet y la magnifica. Se nutre de ella. Cada día exponen personajes que son olvidados al instante y que se idolatran no por ser diferentes, sino por ser imbéciles y no tener el más mínimo sentido del ridículo. Uno puede entrar en el libro Guiness por sus propios logros, como el caso de cualquier deportista, dopado o no, o puede entrar por hacer una estupidez en grado superlativo.
Creo que los poetas de la experiencia se nutrían de otras cosas, más reales, más sociales. Socializaron la poesía y le quitaron casi todos sus elementos de bisutería.
Todos los que podemos mencionar de aquella nómina de buenas a primeras son los verdaderamente válidos. No creo que a un grupo de personas le salga el nombre de Juana Castro o el de Javier Salvago (poetas interesantes, que no se dude) antes que el de Luis García Montero o Luis Alberto de Cuenca.


F.E.A.: Perdóneme que abunde en este tema pero me parece percibir que la quema de brujas se extiende también a las influencias confesas del grupo, desde Garcilaso hasta Jaime Gil de Biedma, pasando por Campoamor, Yeats, Auden, Pessoa o Cernuda. ¿Ha vendido usted últimamente libros de estos autores en los saldos? ¿O no piensa quitarlos de la mesilla de noche?


A.G.E.: Renunciar a la nómina de poetas que usted menciona es renunciar a la Poesía en mayúsculas. Hay pocos poetas excepcionales por ahí, pululando por los cementerios.
Si se los quitamos como fuente de lectura al que se acerca a la poesía, no le estaremos
haciendo ningún favor, antes al contrario. A estas alturas de la película, renunciar a Auden (del que recientemente traduje un par de poemas para “El coloquio de los perros”, gracias por la pausa para la publicidad) o a Pessoa es como abandonar a un animal doméstico en una autopista. Renunciar a leer buena poesía es algo que no
entra en mi plan de pensiones, lo lamento. Ya tuve bastante en la época universitaria y en aquélla en la que me quise hacer con todo lo contemporáneo.
El hacer una quema de brujas de los maestros de los poetas de la experiencia por el hecho de no querer ser como ellos, sus antagonistas, me parece una barrabasada. Es como no comer más chocolate porque en una heladería no te gustó el batido de chocolate que te tomaste. Como renunciar al tequila por una resaca del quince. Ellos no tienen la culpa, y tampoco lo harían.
Además, releyendo a Pessoa, Cernuda, Gil de Biedma o Garcilaso a más de uno se le quitaría la tontería que lleva encima.

F.E.A.: Estará de acuerdo conmigo en que la práctica de la poesía tiene infinitas recompensas pero, indudablemente, ciertos inconvenientes. Hábleme del peor de todos.


A.G.E.: Los inconvenientes de la poesía son infinitos. Desde el mismo hecho de encontrar pareja hasta que terminas rodeándote de gente con la que no tienes nada en común, si exceptuamos ciertas lecturas y esa pasión por citar a los británicos en su idioma original.
El peor de todos. Las horas de sueño que te quita. No. Peor aún. La cara de tonto que pones cuando obligas a un amigo a leer tu último poema y esperas su benigna compasión cuando le oyes: “Estoy alucinadito, Ángel. Es de lo mejorcito que has escrito últimamente”.


F.E.A.: Ya constituye un lugar común señalar que su profesión (jefe de mesa de ruleta francesa en un casino) tiene un cierto aroma literario. Estoy pensando en Dostoievski, para quien el juego era algo más que una excusa para asomarse a sus rusos universales, y en Charles Bukowski. ¿Le empuja su profesión hacia la novela decimonónica? ¿O hacia la poesía beat? ¿Le mueve en alguna dirección?


A.G.E.: Mi profesión poco tiene de poética o literaria. Da mucho juego, eso sí. Sin embargo, es la que me devuelve a la realidad todos los días y quizá por ello tengo que tirar de la literatura más que nunca. Pero soy afortunado, pues trabajo poco y no pagan muy mal, para como está la cosa. Cierto es que en mis primeros días emulaba en mi imaginación a Paul Auster, pero los clientes de un casino son lo menos literario del mundo.
Por lo tanto, cada día diferencio más la vida del casino con mi otra vida, la de escritor, puesto que no son nada compatibles. Y hacer versos con par y pasa no me parece nada atractivo. Aunque nunca se puede decir que estos cuernos no son míos, no sé si me entiende.


F.E.A.: He leído hace poco en un blog inglés que el sueldo óptimo para un escritor es de 25.000 libras al año. ¿Se atreve usted a darme un presupuesto? Por si oigo hablar de alguna beca de creación y lo puedo recomendar, digo.


A.G.E.: El óptimo no lo sé, pero es cojonudo. Ahora, eso sí, si ya hay demasiados escritores, si somos más que corresponsales aguardando en la casa de algún famoso agonizante, imagínese qué sería de la vieja Europa si esa cantidad de dinero se institucionalizara. Eso sí que sería un sueldo nescafé. Todo el mundo se apuntaría al carro. Y motivos no le faltarían.
Creo que el que escribió eso en el blog es demasiado estúpido para afrontar la realidad de que, al menos él, nunca cobrará 25000 al año. Excepto honrosas excepciones, queda científicamente demostrado que el escritor que puede vivir de su profesión, de su trabajo literario, poco a poco se va quedando sin ideas propias. Como los políticos, cada vez más huyen del mundo que les rodea. Terminan citando a otros, de manera encubierta o manifiesta, o repitiéndose, lo que no es menos lamentable.


F.E.A.: ¿Interpreto que renunciaría usted a una beca de creación literaria y a un contrato con una editorial? Ándese con ojo al responder que luego todo queda escrito y todo se sabe, como decía Lucas Yerbabuena.


A.G.E.: Lo de las becas está imposible. Es que no encajo en ningún perfil con eso de que no soy ni andaluz, ni extremeño ni he sido publicado por algún García. Pero no me quejo. No doy el perfil y punto. Si hay alguien que después de leer esto me ofrece una, prometo limpiarme los lamparones en lavanderías chinas sin dejar rastro ni facturas.
Con respecto a lo de la editorial, ya me vendí a una de las más minoritarias del mundo y por el módico precio de cero pesetas, que me dolió mucho, porque lo ponían en mayúsculas. Así que no puedo decir que renuncie. De hecho lo estoy intentando.


F.E.A.: Ya que han salido los blogs, que esto es un blog y que usted escribe un blog, ¿qué le parece el medio, para difundir la poesía?


A.G.E.: El blog como medio de difusión es especial. Bueno y no tan bueno. La gente confunde la bitácora con el aturdir a los demás con sus escritos. Conforme voy adentrándome en ese novedoso mundo cada vez es más manifiesto que muchos usan el blog como medio de publicidad de sí mismos, no como un foro de lo cotidiano, que eso es la arquitectura básica del blog, creo yo. Un foro de lo cotidiano. Hay que saber hacer un buen cocktail con todo eso. Importante es comprender también que un blog sirve para difundir muchas cosas, no sólo literatura. Pero creo que el acceso a la poesía a través de la ciber-bitácora siempre es positivo, pues en pleno siglo XXI, que se visualiza como un siglo mucho más oscuro para la humanidad que los dos anteriores, todo lo que sea difundir la poesía es bueno para abrir puertas de esperanza.


F.E.A.: He visto algún poema nuevo suyo rodando suelto por ahí. ¿Pertenece a un proyecto firme de libro? ¿Toca usted palos nuevos?


A.G.E.: Pues teniendo en cuenta que sólo tengo publicado un poemario, “Mediodía en la otra orilla”, es normal que todo le parezca nuevo. Creo que se refiere a “La cena de los idiotas”, que apareció recientemente en el blog “Huella indeleble”.
En principio, tengo concluso “Los vértices del cielo”, que estoy promocionando en editoriales y concursos con unos jurados severísimos, por lo que se ve. Y estoy dando los retoques perezosos y finales para otros dos, de los que no diré el nombre para no quitarme premios de encima, que siempre vienen bien para las vacaciones. Ya conoce usted mi afición a viajar.


F.E.A.: Bueno, no olvide que he tenido acceso a mucho material inédito suyo. Para terminar, cuénteme qué hay en "Los vértices del cielo" que no había en "Año de cuatro inviernos", por ejemplo. Es decir, ¿qué hay de nuevo, viejo?


A.G.E.: “Los vértices del cielo” poco o nada tienen que ver con ese poemario del que hablas, que hoy ya sólo persiste porque me cuesta mucho desprenderme de mis tonterías. Es un libro más maduro, creo yo y con poemas que pueden resumir una etapa de una vida que nunca viví, de los deseos de habitar en otras partes y en otros mundos, aunque siempre supe que no se iban a dar. Hubo una época que tuve una pequeña oportunidad, pero se esfumó. Es un homenaje a una ciudad a la que amo y a la ciudad que se ha convertido para mí, con todos los mitos personales y todos los momentos importantes.
Es un poemario que me parece interesante, pero le falta un empujoncito, que no sé de dónde vendrá. Pero los dioses proveerán. Si lo hicieron con “Mediodía en la otra orilla”, por qué no con éste.

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EL BAÑO DE ULISES

hemos acabado con sus hijos

hemos violado a sus mujeres
de la belleza hicimos ruinas

de la memoria nostalgia.

no hemos dejado ni testigos

de todo cuanto he visto

sé que esta noche de sangre sin descanso

me acompañará hasta mi último suspiro

que caiga la soledad sobre nosotros

usurpadores somos

que nada recuerde Troya gritó incluso Néstor

pagaremos caro la osadía

vagaremos sólo para lamentarnos

mientras viva nuestra memoria

las llamas de Troya siempre viva

sirva de ejemplo

y ruego a los dioses

para que nuestros hijos no nos imiten



1.6.06

FRANCISCO JAVIER MORENO

Francisco Javier Moreno García nace en Murcia en 1972. Es licenciado en Matemáticas y ha cursado estudios de Filosofía, así como de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Complutense de Madrid, ciudad en la que reside desde hace nueve años y donde ejerce como profesor de Enseñanza Secundaria. Accésit del certamen Murcia Joven-98 con el poemario "La elocuencia del azar", publica al año siguiente la novela "Buscando Batería" en la editorial Bartleby. Ganador del premio nacional de poesía Miguel Hernández con el libro "Cortes publicitarios" en el año 2006, ha publicado poemas en la revista Hache (números 1 y 3), así como en la revista digital www.deriva.org, donde además ejerce la crítica literaria. El próximo otoño publicará la novela "La Hermogeníada" en la editorial aladeriva. Asimismo mantiene un blog relacionado con la creación y la cultura: Peripatetismos.




Famosos en acción: Amigo Moreno, leyendo "Cortes publicitarios" me da la impresión de que hay solución para el problema de la poesía en la Edad de la Información (a.k.a. Edad del Ruido), donde el peso específico de cada mensaje se aleja en muchos ceros del cero coma, por traer una metáfora matemática. ¿Podría explicitar un poco más su receta?



Francisco Javier Moreno: Pasolini decía que nunca concedía entrevistas:



1.- Porque todo entrevistado se convierte en un ser disociado, un esquizoide (¿quién responde, la persona de carne y hueso o aquél que tú -lector más que hipócrita- quieres ver en mí y en el que yo -más hipócrita que tú, lector- me convierto?).



2.- La entrevista prescinde de la semiótica gestual, de la voz, imprescindible en toda auténtica comunicación.



Yo asumo de principio mi condición disociada (hautor/Su Hautoría) y, por otra parte, no creo que mis gestos ni mi voz aportasen nada a lo que aquí digo (así puedo manosear mi pompón fetiche o practicar el arameo mientras escribo estas líneas, por ejemplo). And at last, but not least: Yo no soy Pasolini.



Como veis, todo son ventajas.




Así que, sin más dilación, paso a responder a tu pregunta:




La receta es muy sencilla. Se junta tradición y última generación, en dosis alícuotas, y se deja macerar durante treinta y tres años. A veces sale. Eso sí, hay que tener un poco de paciencia.



F.E.A.: En cambio, desde la postura opuesta, Roberto Bolaño sólo aceptaba entrevistas por emilio, alegando que lo suyo era escribir y que en un cara a cara se mostraría que hablaba tan mal como todo el mundo, ¿no le da miedo a usted la oralidad? Mire que lo grabo todo y lo cuelgo en Yotuve.


F.J.M.: ¿La oralidad? Uhm... Sí, reconozco que me pone nervioso si no es con una tiza o un cigarrillo en la mano (trabajo y placer, valga decir). Supongo que hay escritores oradores y escritores que no lo son, igual que hay poetas novelistas y que no. Como los calamares, me gusta disponer de una buena dosis de tinta -o de píxeles- para camuflarme.



F.E.A.: Vengo siguiendo con mucha fidelidad sus peripatetismos en internet y puedo decir que hay unos temas recurrentes tanto en este medio como en su poesía: los vericuetos de la etimología y la filosofía moderna, y a través de ésta el examen de diversas manifestaciones culturales, populares o no. Me pregunto si me he saltado alguna otra fuente que usted considere igual de importante.



F.J.M.: Soy de los pocos que todavía creo en el conocimiento. Uno sólo conoce a través de la metáfora, sólo entiende el sentido de algo si lo compara con otra cosa y establece algún tipo de analogía. Reconozco que ese es mi interés particular. Por tanto... no me interesa ningún tipo de realismo, ni sucio, ni limpio. Me siento a gusto estableciendo relaciones entre los diversos campos del conocimiento, dígase: filosofía, literatura, ciencia, periodismo y lo que llamamos el día a día. Novalis intentó componer una enciclopedia alternativa a la ilustrada de Diderot y D'Alambert donde todos los conocimientos estuviesen vinculados a través de la poesía. Proyecto que quedó inconcluso, por inabarcable. Yo, con modestia, intento seguir el mismo camino. Mi herramienta es la metáfora. Al fin y al cabo todo conocimiento no consiste sino en un tropo. Más intenso cuanto mayor sea la lejanía entre los términos relacionados. Al fin y al cabo, una variante del conceptismo de nuestro Baltasar Gracián, que tanto interesó a los románticos alemanes. ¿Que qué te dejas? Quizás la tragedia. Para mí, quizás, el único tema o, al menos, en que los engloba a todos.


F.E.A.: Últimamente están apareciendo (y provocando bastante interés) libros de poesía donde, al margen de la presencia o no de cierto experimentalismo, la filosofía del siglo XX es un componente esencial, cuando no lo que informa todo el poemario: Joan Fontaine Odisea de Agustín Fernández Mallo, En ningún paraíso, de Diego Doncel, La piedra alada, de José Watanabe, Habla, de Eduardo Milán o los nuevos compendios de Sánchez Robayna o José Ángel Valente se nutren, salvando sus evidentes diferencias, de un tronco parecido al que aprovecha usted y son, por otra parte, libros tremendamente cultos-culturalistas. ¿Le parece una dirección aprovechable para una poesía futura?



F.J.M.: Después de Nietzsche la filosofía tuvo que reconocer con humildad que su tarea fundamental, el hallazgo de algo que pudiera llamarse La Verdad, rebasaba -por imposible- todos sus límites. A partir de entonces, destronada de su posición privilegiada, la filosofía se convierte en un discurso más, no idéntico al literario, pero sí paralelo. Como la ciencia. La ciencia todavía nos sigue pareciendo sin embargo un discurso hegemónico por indiscutible. Y no es cierto. No hay un discurso privilegiado. Son sólo "géneros", especies, o como queramos llamarlos. Esta toma de conciencia hace que el poeta pueda incorporarlos a su tarea ya que no constituyen sino un material más a su disposición para llevar a cabo su arte combinatoria, su alquimia.



F.E.A.:¿Qué otros materiales le sirven para este alquimia?



F.J.M.: Naturalmente todo lo que leo, todo lo que veo, todo lo que oigo, etc. Lo importante creo que es el destilado, la complejidad del alambique. Como las buenas cervezas belgas, nunca escribo nada que no haya sido destilado al menos dos o tres veces. Todo lo que escribo contiene al menos un doble cifrado, dos planos... Y el texto es el lugar de (des)encuentro.


F.E.A.: Sin dejar nunca de hablar de poesía contemporánea en castellano, ¿cambia algo internet, y en concreto la blogosfera? ¿O es sólo un magnífico medio?



F.J.M.: El blog es el único género literario que merece consideración dentro de la red. Ese poder asomarse al work in progress que constituye todo blog era antes imposible salvo para unos cuantos allegados del escritor. Es lo que me gusta de este nuevo género. Internet resulta un medio lleno de posibilidades para un poeta aunque sólo sea por la cantidad de información de la que se dispone. El hipertexto es un concepto que me interesa, pero no creo en el hipertexto literario. El resultado siempre resulta torpe. Nada parangonable a hipertextos auténticamente literarios como Rayuela, de Cortázar. Simplemente, no es el medio. Lo fascinante es el hipertexto en sí que constituye la red, una sucesión inacabable de páginas webs que pueden resumirse en una sucesión de ceros y unos, un espacio topológico cuya clausura es la potencia del continuo, el , el alef borgiano, vamos. Alucinante.



F.E.A.: Sin dejar nunca de hablar de poesía contemporánea en castellano, ¿sirve para algo? ¿Tiene alguna función exclusiva, que no cumplan otras artes más concurridas? ¿O es sólo una terapia un poco sofisticada?



F.J.M.: Quizás el camino que he elegido sea éste, precisamente para huir de lo que tú llamas una terapia sofisticada. Por eso intento tomarme muy en serio lo que hago (ojo, lo que hago, no a mí mismo). Puedo decir que conozco a través de la poesía, que se trata efectivamente de un modo de conocer y por tanto de estar en el mundo (y de recrearlo) y que desde luego dista mucho de la preocupación por el endecasílabo o por mi propio yo que a mí me sigue pareciendo una cosa más o menos insignificante, salvo para disfrutar de un buen libro, del amor, o de un zarangollo.



En cuanto a la función exclusiva, sí, la poesía sigue teniendo una función exclusiva si es que todavía sigue viva. Brunetière tenía una concepción evolucionista de los géneros literarios: nacen, crecen, se reproducen y... Sí es cierto que cierto tipo de poesía tal y como la concebíamos no sólo puede sino que debe desaparecer. Yo apuesto por la continuidad del género porque sigo encontrando cosas que no pueden decirse de otra manera que como están dichas en poesía. La poesía sigue conservando matería, Stoff (=estofa, en alemán), pero es una estofa que debe incorporar la diversidad de ingredientes de los que se compone nuestra vida, radicada -a un tiempo- profundamente en la subjetividad, que sigue siendo lo irreductible dentro del poema.



F.E.A.: Si es cierto que la posmodernidad terminó una mañana soleada de septiembre de hace ahora cinco años, ¿ha llegado el mundo cultural en castellano a empaparse de ella, o es ésta una corriente completa que nos vamos a saltar, un poco como pasó a principios del XX con el modernism anglosajón?



F.J.M.: Me resulta curioso que haya mucha gente ahora hablando de postmodernidad cuando a mí me parece algo periclitado. Eso no significa que no se sigan haciendo textos postmodernos durante mucho tiempo. Pero cuidado, muchas veces el discurso postmoderno es del que mejor se saben aprovechar las técnicas capitalistas. No he leído nunca nada que lleve la etiqueta de postmoderno que no me haya desagradado de una u otra manera. Creo que la historia, el pasado, lo que P. Quignard llama "le jadis", vuelve a reclamarnos con fuerza. No hay postmodernidad que valga cuando se trata de la sangre y de cierto atavismo del que nunca llegaremos a desprendernos. Recuperar el pensamiento trágico, he ahí a mi juicio el camino.



F.E.A.: El último premio Hiperión (ex aequo), del mallorquín Ben Clark, se titula "Los hijos de los hijos de la ira" y según la crítica supone un fresco generacional. Por otra parte, he leído de su "Cortes publicitarios" que también incluye el retrato de la caña pensante moderna, globalizada y mileurista. ¿Hay efectivamente un testimonio poético que escribir, sobre nuestra generación, o no son más que muletillas que colocan los críticos aquí y allá cuando no se les ocurre nada más inteligente que decir?



F.J.M.: Uno vive en el tiempo en el que le toca vivir y escribe -imposible no hacerlo- desde ahí. La palabra generación me parece otro término que sirve sólo a críticos y a poetas que buscan etiquetas. Hay un prejuicio, efectivamente, que consiste en pensar que un autor joven ha de escribir necesariamente sobre su tiempo. Una tontería de tantas.


F.E.A.:¿La figura del intelectual ha caído en un desprestigio del que ya no hay retorno? Lo digo porque es usted la persona que conozco que más se acerca a mi idea de intelectual "de los de antes". ¿Cree usted en este estamento tan castigado, en su función pública, o le deja ya definitivamente esas cloacas a Sánchez Dragó y compañía?



F.J.M.: Llamar a Sánchez Dragó intelectual roza el absurdo, si no la parodia. El intelectual clásico, "de los de antes", como tú lo llamas quizás sea una figura nacida con la ilustración y sin duda en declive en nuestro tiempo. Para mí un intelectual es un patrón, de inteligencia, de conducta (ética, no hablo de otras cosas), una figura de referencia que incita a seguir su ejemplo, a imitarlo. Me gusta tener modelos, algo que la postmodernidad tiende a eliminar en aras de un perspectivismo -literalmente- salvaje. La "singularidad irreductible" me parece una estupidez especialmente peligrosa, además de estéril. Hay que copiar mucho para ser auténticamente singular. Sólo se aprende imitando y para ello se necesitan modelos. No puedo entenderme sin maestros como Quignard, Rosset, Sloterdijk, Girard, Ferlosio, Calasso, o Félix Duque, por mencionar sólo a alguno de los vivos.

LUCES, CÁMARA

Este blog empieza como acto de redención: nueve de cada diez de las muy pocas cosas que sé sobre poesía las he aprendido robándolas-bebiéndomelas-vampirizándolas de amigos poetas, en conversaciones en las que reconozco que no estaba muy claro hasta qué punto me estaba aprovechando yo de las circunstancias: Ángel Gómez Espada, Cristina Morano, Saša Ilić, José Manuel Gallardo, Javier Moreno, Antonio Aguilar, Diego Sánchez, por ejemplo, y, sobre todo, José Óscar López (con quien la cosa ha llegado a veces al estatus de parasitismo) han sido mis maestros involuntarios en una u otra ocasión. Recordar esas conversaciones en una serie de entrevistas abiertas a todo el mundo y donde los papeles de cada cual estén más claros es una, seguramente la más importante, de las metas que pretendo con todo esto.

En este blog aparecerán poetas que me gustan, exclusivamente, amigos o no tanto. Al margen de esa única condición, la nómina está rigurosamente abierta.

En este blog tendremos oportunidad de verle la cara a autores que no conocíamos, enterarnos de qué piensan de una serie de temas vivos en poesía contemporánea y leer pequeñas muestras de lo que andan haciendo últimamente.

Todo el mundo está invitado a participar, adular, insultar o enviar publicidad no deseada a través de los comentarios o de mi emilio.

El título de este blog es un homenaje evidente a Faemino y Cansado. Manuel Campo Vidal ha declinado el honor de ser el primer entrevistado.

Luces, cámara